La industria del turismo aeroespacial vivió un momento histórico este lunes con el exitoso regreso de una misión espacial integrada únicamente por mujeres. En un vuelo de 11 minutos a bordo del cohete reutilizable New Shepard, propiedad de la empresa Blue Origin, seis mujeres cruzaron la línea de Kármán —el límite reconocido del espacio, a 100 kilómetros de la Tierra— y marcaron un hito no visto desde 1963.

Entre las tripulantes destacó la cantante Katy Perry, de 40 años, quien fue acompañada por la científica y activista Amanda Nguyen, la periodista Gayle King, la cineasta Kerianne Flynn, la ingeniera aeroespacial Aisha Bowe y Lauren Sanchez, periodista y prometida del fundador de Blue Origin, Jeff Bezos. Este último también participó en una misión similar en 2021 a bordo del mismo modelo de cohete.

El despegue ocurrió alrededor de las 8:30 a.m., hora local, desde Texas. Durante los minutos de ingravidez, las tripulantes pudieron liberarse de sus asientos y contemplar la curvatura de la Tierra. En un momento emotivo, Perry interpretó el clásico What a Wonderful World, en una escena que sintetizó la emoción del viaje.

Al aterrizar, la cantante expresó sentirse “superconectada con la vida” y describió la experiencia como una “rendición a lo desconocido”. Sus compañeras destacaron la paz que transmite la vista de la Tierra desde el espacio, una sensación compartida por astronautas en misiones científicas.

La misión, identificada como NS-31, representa un nuevo paso para la exploración espacial con fines turísticos y mediáticos. No obstante, esta evolución no está exenta de críticas. El Dr. Kai-Uwe Schrogl, de la Agencia Espacial Europea, señaló que, aunque estas misiones son emocionantes, también pueden generar frustración en la comunidad científica. “Consideramos que los vuelos espaciales son para la ciencia y el conocimiento. Las celebridades lo hacen por diversión, pero reciben mucha más atención que los astronautas comunes”, afirmó.

A pesar de las voces críticas, el vuelo suborbital ha sido celebrado como un hito simbólico para la inclusión femenina en el espacio, recordando que la última misión exclusivamente de mujeres ocurrió hace más de seis décadas. Este viaje, con sus luces y sombras, vuelve a poner en el centro del debate la evolución del acceso al espacio y su propósito en el siglo XXI.

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