El furor por el matcha, el polvo verde brillante hecho a partir de hojas de té japonés, se ha convertido en un fenómeno mundial impulsado por redes sociales, turismo y tendencias de consumo saludable. Pero este auge también está generando escasez, encarecimiento del producto y preocupación entre productores y distribuidores.
Plataformas como TikTok —donde la etiqueta #MatchaTok acumula decenas de millones de vistas— han popularizado su uso en bebidas, postres y recetas virales, disparando la demanda global. En paralelo, el turismo en Japón ha crecido tras la pandemia, lo que ha incrementado el interés por este producto emblemático de la cultura japonesa.
“Algunas cafeterías incluso piden un kilo al día. Están desesperadas por mantenerse al día”, comentó a la BBC Lauren Purvis, fundadora de Mizuba Tea Co., con sede en Oregón, EE.UU.
Más demanda, menos cosecha
El problema es que el matcha no es un producto de producción masiva. Su proceso tradicional es lento y artesanal: se cultiva bajo sombra durante semanas para desarrollar su sabor umami, y luego se muele en molinos de piedra que solo producen unos 40 gramos por hora.
Las olas de calor extremas, particularmente en Kioto —que produce una cuarta parte del té tencha—, han reducido la calidad y el volumen de las cosechas. A esto se suma el envejecimiento del campo japonés y la falta de relevo generacional en la agricultura.
En Uji, ciudad famosa por su matcha, tiendas locales han limitado las compras a una lata por persona, debido al desabasto por la alta afluencia turística.
El impacto en el mercado
El precio del matcha ha subido hasta 30 % en cadenas como Chazen, que organiza ceremonias del té en Tokio. Además, los nuevos aranceles de EE.UU. a productos japoneses (15 %) amenazan con encarecerlo aún más.
“La demanda es buena. Es una puerta de entrada a la cultura japonesa”, asegura Rie Takeda, experta en té y colaboradora de Chazen. Sin embargo, también advierte sobre el uso indiscriminado del matcha de alta calidad en lattes o postres, donde su delicado sabor se pierde.
Por ello, la Asociación Global del Té Japonés promueve un consumo más consciente, recomendando usar matcha de cosechas tardías y menor calidad en la cocina, reservando el de alta gama para ceremonias o preparaciones tradicionales.
¿Qué sigue?
Aunque el entusiasmo por el matcha no da señales de frenar, expertos anticipan que la fiebre podría estabilizarse. “Ahora mismo hay un auge, pero creemos que se calmará en dos o tres años”, comentó Masahiro Nagata, cofundador de la cadena Matcha Tokyo.
Mientras tanto, consumidores y productores enfrentan una disyuntiva: ¿cómo disfrutar de esta bebida ancestral sin perder de vista el respeto por su historia, su proceso artesanal y la sostenibilidad de su cultivo?