EFE / La actividad industrial de Argentina cayó 1,8 % el año pasado y se derrumbó 12,8 % interanual en diciembre, en un contexto económico muy adverso, marcado por una elevadísima inflación y restricciones a la producción, que ha afectado al sector manufacturero.
El desempeño de la actividad fabril en el último año contrastó con la mejora del 4,2 % anotada en 2022, que, de todos modos, había denotado una fuerte desaceleración respecto al salto del 15,8 % logrado en 2021.
Según informó este martes el Instituto Nacional de Estadística y Censos, la actividad industrial registró en diciembre pasado una caída del 5,4 % respecto a noviembre último y un derrumbe del 12,8 % en términos interanuales.
Respecto al desempeño acumulado en 2023, nueve de las 16 ramas manufactureras incluidas en el informe oficial cerraron en rojo.
Hubo caídas a tasas superiores de la contracción promedio, entre las que destacaron las de la producción de maquinaria y equipo (-5,5 %) y la de alimentos y bebidas (-3,6 %), esta última afectada en parte por la severa sequía que golpeó a la agroindustria argentina el año pasado.
En tanto, en 2023 las ramas industriales que más crecieron fueron el refino de petróleo (5 %), impulsado por la producción de hidrocarburos no convencionales en la formación Vaca Muerta, y la industria automotriz (3,7 %).
El sector manufacturero operó el año pasado en un contexto de estancamiento económico (el PIB se habría contraído el año pasado entre 1 y 1,5 %, desde un crecimiento del 5 % en 2022) y de fuerte escalada de la inflación (211,4 % en 2023 versus 94,8 % en 2022).
Los sectores productivos han afrontado, además, un escenario de tensiones financieras, fuerte depreciación del peso argentino, encarecimiento del crédito, dificultades para importar insumos y bienes de capital y para cancelar deudas con el exterior, encarecimiento de costes y retracción del consumo.
Las condiciones empeoraron en el último trimestre, al calor de la fuerte incertidumbre que desató un proceso electoral que finalmente derivó en el desembarco en la Presidencia argentina del economista libertario Javier Milei, quien, ni bien asumió el poder el 10 de diciembre, comenzó a aplicar un plan de ‘shock’ fiscal y profundas reformas de desregulación de la economía.
“La falta de divisas y la consecuente restricción al acceso de insumos importados, la suba de costos y la incertidumbre característica de un año electoral afectaron negativamente a la producción”, apuntó en un informe la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires.
En este contexto, previo a la investidura de Milei, a la espera de una corrección cambiaria, hubo días sin ventas de insumos por falta de precios, lo que movió a numerosas empresas a suspender operaciones durante algunas jornadas o a adelantar vacaciones de su personal.
Tras el cambio de Administración, en tanto, el fuerte salto cambiario se tradujo rápidamente en una disparada en la inflación, con tasas mensuales del 25,5 % en diciembre, según datos oficiales, y del 19,4 % en enero, de acuerdo a cálculos privados, que ponen bajo presión los costes productivos y golpean el consumo, con un desplome de la demanda de bienes y servicios.
Según afirmó en un informe la consultora Orlando Ferreres & Asociados, la perspectiva para 2024 no es buena: “El consumo interno permanecerá por lo menos por varios meses en niveles bajos, afectando la demanda agregada, y quedan aún dudas sobre la evolución que tendrán varios sectores industriales en el modelo económico y productivo que impulsa el actual gobierno”.