Por Carlos Silva, La lengua de Dante.

En Querétaro hay cosas que funcionan y funcionan bien desde siempre, sin embargo, a la par que ha crecido por la llegada de nuevos habitantes, ha crecido en algunos de ellos la idea de que algunas cosas deben adaptarse a como funcionan en aquellos lugares de los que provienen.

Así por ejemplo, hay los que a fuerza de plantones quieren convertir las calles del Centro Histórico de nuestra ciudad en un tianguis permanente, en una romería en donde supuestos indígenas puedan vender artesanías que no son otra cosa que chacharas y productos chinos que se encuentran en cualquier mercado o incluso  en ese tipo de tiendas de baratijas que se han instalado también en la ciudad, pero que no obstante, si las venden ellos, deben de ser consideradas como artesanías y como tal, exigen una serie de consideraciones que no se otorgan a otro tipo de comerciantes establecidos.

Hay que decirlo también, esos supuestos artesanos, tampoco son de Querétaro y provienen de otros lugares del país, en los que están acostumbrados a hacer lo que les venga en gana, vendiendo en las calles, sin pagar impuestos y propiciando condiciones insalubres y de inseguridad en muy diversos sentidos.

Por supuesto que las críticas hacía los gobiernos que tratan de hacer prevalecer la armonía que prevalece en nuestra ciudad reciben sendas críticas por parte de algunos facinerosos que forman parte de este movimiento que precisamente tiene entre sus objetivos desequilibrar las condiciones de tranquilidad que caracterizan a nuestro entorno y esto lo hacen, con la sola idea de “calentar la plaza” para que en breve, el movimiento transformador se haga con el poder y lleve a Querétaro a ser parte de esa ola transformadora que está cambiando al país.

Aquí, todo lo que ha venido funcionado y lo que se hace bien, para ellos está mal y son cosas que merecen ser cambiadas, transformadas en términos de su discurso, así por ejemplo, si la Constitución permite que los campesinos ahora cuenten con títulos individuales de tal forma que si así lo deciden, puedan vender o alquilar las tierras de las que ahora son dueños, eso está mal, empero, si las cosas no son bajo el rancio esquema como las hacía Lázaro Cárdenas, entonces las cosas en Querétaro están todavía peor.

Ese movimiento que se autodenomina como transformador, efectivamente quiere llevar a transformar las cosas, pero solo para que sean como ellos quieren, como a ellos les favorecen, siendo algo que les permita formar grupos clientelares que les respondan con votos a “sus acciones” y a su peculiar manera de hacer política.

Toda acción política es posible que conlleve aspectos positivos, sin embargo, cuando se ocultan elementos o se alteran las realidades con tal de ajustar los hechos reales a su narrativa discursiva y que esta les permita seguir golpeando a los gobiernos locales, es cuando la acción política deja de serlo para convertirse en una burda grilla y hay personajes que vienen haciendo, de esta manera de grillar, una particular manera de ejercer espacios de representación popular a partir de difundir mentiras, una acción lenta, pero corrosiva.

De esa forma el movimiento transformador se ha instalado en nuestro estado, “haciendo política”, tratando en lo posible de desestabilizar, mintiendo cada vez que puede hacerlo, alterando los acontecimientos para ajustarlos a su narrativa de críticas y ataques, orientan sus esfuerzos en lo posible, para convertir a Querétaro, en una pequeña Ciudad de México, sin equilibrios ni tranquilidad y desbordada en sus gobiernos, por sus “movimientos sociales”, algo a lo que ellos están acostumbrados y que les permite ejercer su peculiar manera de hacer política a sus anchas.

Ojalá que las acciones de este tipo de personajes nos lleven a la reflexión acerca de si realmente eso es lo que se quiere para nuestra ciudad y para nuestro estado en los tiempos por venir. Ojalá que estemos en tiempo de distinguir la verdadera forma de hacer política de las mentiras y verdades a medias.

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