Estados Unidos ha proporcionado ayuda económica a Argentina en doce ocasiones, en paralelo con la firma de múltiples programas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), muchos de los cuales resultaron fallidos, según registros del Fondo de Estabilización Cambiaria del Tesoro de EE.UU. (ESF).

El primer acuerdo data de enero de 1959, bajo la presidencia de Arturo Frondizi, y la última asistencia se otorgó en marzo de 1995, por 1.000 millones de dólares, poco antes de la reelección de Carlos Menem. Estas ayudas se han canalizado generalmente para contener la inflación, acumular reservas y financiar déficits fiscales, casi siempre en coincidencia con acuerdos del FMI, organismo en el que Estados Unidos tiene influencia predominante.

El historial evidencia que Argentina, debido a problemas estructurales como déficit fiscal, incapacidad para aumentar exportaciones y fuga de capitales, ha recurrido repetidamente al FMI y al ESF, recibiendo ayuda a cambio de recetas económicas de ajuste que han fracasado y contribuido a un incremento de la deuda externa.

Actualmente, el gobierno de Javier Milei negocia un nuevo auxilio financiero de EE.UU., tras firmar en abril pasado un programa de facilidades extendidas con el FMI, que ya desembolsó 14.000 millones de dólares de un total de 20.000 millones. La propuesta del Tesoro estadounidense contempla un crédito y un swap de divisas por 20.000 millones de dólares, cuyas condiciones aún se discuten.

Según el economista Pablo Tigani, director ejecutivo de la Fundación Esperanza, el ESF ha funcionado históricamente como un “fondo buitre público” que Estados Unidos utiliza para apoyar gobiernos alineados con sus políticas estratégicas.

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