El primer debate entre los candidatos a la presidencia en México, organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE), prometía ser un espacio para el intercambio de propuestas significativas en temas cruciales como educación, salud, transparencia y combate a la corrupción, así como la erradicación de la violencia contra las mujeres y la discriminación. Sin embargo, lo que presenciamos fue una desafortunada muestra de lo que no debería ser un debate político.
En lugar de ofrecer soluciones concretas y viables para los problemas que aquejan a la sociedad, los candidatos se enfrascaron en una serie de ataques, acusaciones sin fundamentos sólidos, y evasivas ante las preguntas de los moderadores. El evento se convirtió en un espectáculo vacío de contenido sustantivo, donde el tiempo de los ciudadanos fue desperdiciado con argumentos repetitivos y predecibles.
Es decepcionante observar cómo los aspirantes al poder no aprovecharon la oportunidad para presentar ideas innovadoras y prácticas sobre cómo mejorar la educación, la salud pública y combatir la corrupción de manera efectiva. En lugar de eso, optaron por descalificaciones y estrategias de autopromoción que dejaron mucho que desear.
El papel del INE como árbitro electoral también quedó en entredicho, con fallos en la producción del evento y la falta de supervisión adecuada. La percepción general es que el organismo no logró garantizar un debate genuino y productivo, sino más bien un lamentable derroche de tiempo y recursos.
Ahora, con la mirada puesta en el segundo debate, las expectativas ciudadanas se mantienen, pero con un toque de escepticismo. Es crucial que el INE aprenda de sus errores y asegure que este próximo encuentro sea verdaderamente significativo y útil para los votantes. La sociedad espera propuestas concretas y un intercambio de ideas respetuoso y constructivo entre los candidatos.
Mientras tanto, los ciudadanos deben permanecer vigilantes y exigir un proceso electoral transparente y justo. Los debates no deben ser meros espectáculos mediáticos, sino espacios donde se discutan ideas que impacten positivamente en la vida de todos los mexicanos. Es responsabilidad de todos asegurar que así sea.