Por Jorge Araujo

Las relaciones entre México y Canadá, dos aliados históricos y socios en el T-MEC, están atravesando uno de sus momentos más tensos. Las recientes declaraciones del jefe de gobierno de Ontario, Doug Ford, en las que descalifica a México en términos comerciales y sociales, junto con la amenaza arancelaria del presidente electo Donald Trump, parecen haber encendido una chispa en la hasta ahora estable relación trilateral de América del Norte.

Comparaciones que dividen más que unen
El comentario de Ford, calificando como “insultante” la comparación entre México y Canadá, resalta un desprecio que no solo es desafortunado, sino también estratégico. Al desvincular los problemas fronterizos de Canadá de los de México, Ottawa busca consolidarse como un socio “más confiable” para Estados Unidos. Sin embargo, esta postura puede ser contraproducente, ya que debilita el frente común necesario para enfrentar las amenazas arancelarias de Trump y el desafío comercial de China.

Por su parte, la respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum refleja la intención de México de no permitir que su papel como socio comercial sea desmerecido. Su mención de los problemas sociales en Canadá, como el uso de fentanilo, y su defensa de las riquezas culturales mexicanas, es un recordatorio de que México no solo contribuye económicamente, sino que también es una nación de importancia global por su historia y diversidad.

La relación de México con China es otro eje de fricción. Si bien Canadá y Estados Unidos han tomado medidas drásticas, como aranceles elevados a productos chinos, México ha adoptado una postura más moderada. Esta diferencia ha alimentado acusaciones de que México funciona como una “puerta trasera” para las inversiones chinas en América del Norte.

Es innegable que la influencia china en la región es un tema delicado, pero señalar a México como el único responsable es simplista. La solución no debería ser polarizar, sino trabajar en estrategias conjuntas que fortalezcan el bloque regional frente a la competencia global.

Sheinbaum y el delicado arte de la diplomacia
La presidenta mexicana se encuentra en una posición desafiante. Por un lado, debe defender la soberanía y la reputación de México frente a las críticas canadienses y las presiones de Trump. Por otro, necesita mantener la estabilidad de las relaciones comerciales y evitar una guerra diplomática que complique aún más el panorama.

Su respuesta alude a un enfoque equilibrado: firme, pero no provocador. La decisión de implementar medidas que reduzcan los cruces ilegales y las incautaciones de drogas es una muestra de cooperación con Estados Unidos sin ceder a imposiciones unilaterales.

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