Hace apenas dos años, el término ingeniero de prompts comenzó a circular con fuerza en el mundo tecnológico. En plena efervescencia del auge de la inteligencia artificial generativa, estos profesionales emergieron como los nuevos intérpretes entre humanos y máquinas, dominando el arte de redactar indicaciones precisas para obtener los mejores resultados de modelos como ChatGPT. Hoy, esa promesa se desvanece a la misma velocidad con la que llegó.

De profesión estrella a habilidad común

El fenómeno de la ingeniería de prompts reflejaba inicialmente el entusiasmo por una tecnología en expansión. Empresas incorporaban estos roles para optimizar el rendimiento de sus modelos de lenguaje, creyendo que una indicación bien formulada podía marcar la diferencia en productividad y eficiencia. Sin embargo, esta necesidad se ha diluido rápidamente. Lo que antes era una función especializada, ahora es simplemente una habilidad más en el repertorio de cualquier trabajador del conocimiento.

Malcolm Frank, director ejecutivo de TalentGenius, lo resume con contundencia: “La ingeniería de prompts se ha integrado en casi todos los puestos… ahora la IA puede ayudarte a redactar las indicaciones perfectas”. Es decir, la propia herramienta ha hecho innecesario al traductor.

Un síntoma de algo más profundo

El caso de los ingenieros de prompts no es una anécdota menor, sino un símbolo de lo volátil que puede ser el mercado laboral en la era de la IA. Aquellos empleos que parecen surgir con el boom tecnológico pueden desaparecer antes de consolidarse. El declive de esta función plantea dudas sobre la promesa repetida de que la inteligencia artificial no destruirá empleos, sino que creará otros nuevos.

De hecho, para muchos expertos, los “nuevos empleos” de la IA no son realmente nuevos, sino versiones adaptadas de roles ya existentes. La IA no está tanto creando ocupaciones como transformando profundamente las formas de trabajar.

¿Un título real o una ilusión de LinkedIn?

Allison Shrivastava, economista de Indeed, pone el dedo en la llaga: ¿realmente existieron los ingenieros de prompts como categoría profesional? Su análisis sugiere que, aunque el término ganó popularidad en redes sociales, nunca tuvo un volumen significativo de ofertas de trabajo rastreables. Fue más una etiqueta llamativa que una profesión establecida.

La ingeniera Aline Lerner lo plantea de forma aún más clara: el debate sobre la ingeniería de prompts fue mucho más grande que el número de personas realmente contratadas bajo ese título.

Lo que permanece: la alta especialización

Mientras los ingenieros de prompts desaparecen, los ingenieros de aprendizaje automático están viendo crecer su demanda. Estos profesionales, que construyen y optimizan los modelos de IA, requieren años de formación técnica. El futuro, parece, no está en interpretar los modelos, sino en construirlos y perfeccionarlos.

Para quienes no cuentan con formación técnica, las opciones viables se reducen. Convertirse en fundador de startups o asesorar a empresas en la implementación de IA son caminos posibles, aunque más inciertos. Shrivastava apunta que incluso sectores tradicionales como la consultoría de gestión están absorbiendo parte del mercado laboral de IA.

¿Qué nos dice todo esto?

La historia del auge y caída de los ingenieros de prompts es una advertencia: en el mundo de la inteligencia artificial, lo que hoy es una oportunidad dorada, mañana puede volverse irrelevante. Para sobrevivir en este ecosistema cambiante, no basta con aprender a usar las herramientas: hay que entender cómo evolucionan, hacia dónde se dirigen y cómo pueden integrarse a estructuras laborales más amplias.

La IA no está construyendo un nuevo mundo laboral desde cero, está reescribiendo el actual. Y, como en toda reescritura, algunos capítulos quedan fuera antes de que terminen de escribirse.

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