En entrevista con el periodista Juan Becerra Acosta de Grupo Fórmula, el especialista en seguridad, David Saucedo, advirtió sobre la creciente presencia de grupos criminales en Querétaro, cuya actividad ha escalado de manera alarmante en los últimos años. El estado, que anteriormente gozaba de relativa calma en comparación con sus vecinos, ahora enfrenta la operación de al menos cuatro cárteles que han sembrado violencia y miedo entre la población. Estas organizaciones incluyen al Cártel Jalisco Nueva Generación, el Cártel de Santa Rosa de Lima, la Familia Michoacana y una mafia local de huachicoleros asentada en San Juan del Río.
Según Saucedo, la reciente masacre en un bar queretano, en la que murieron diez personas y otras siete resultaron heridas, ilustra la brutalidad con la que operan estos grupos. Para el especialista, este ataque es un claro ejemplo de “narcoterrorismo” que apunta directamente a las tácticas del Cártel de Santa Rosa de Lima. “Este tipo de actos suelen ser mensajes tanto para las autoridades como para grupos rivales,” señaló Saucedo, agregando que estos ataques buscan “calentar la plaza”, es decir, desestabilizar la zona y presionar a las autoridades para replegarse a una ubicación específica, permitiendo a los grupos criminales operar con menos interferencia en otras áreas.
Las tácticas de estos grupos, que imitan patrones de violencia del estado vecino de Guanajuato, han transformado la dinámica del crimen en Querétaro. La paz relativa que había existido en el estado comenzó a desmoronarse hace aproximadamente un año y medio, con un aumento constante en los homicidios y un incremento de ataques en bares y restaurantes, motivados por el cobro de derecho de piso o por la comercialización de drogas. Este conflicto territorial, exacerbado por la invasión del Cártel Jalisco Nueva Generación, parece no tener fin a la vista.
Para Saucedo, el debilitamiento del Cártel de Santa Rosa de Lima en Guanajuato permitió que el Cártel Jalisco comenzara a expandirse hacia Querétaro, rompiendo el “equilibrio” que había en el estado. “En Guanajuato, la muralla que representaba el Cártel de Santa Rosa de Lima en Celaya mantenía una especie de frontera que frenaba a los jaliscenses. Pero al desmoronarse este grupo en Guanajuato, fue cuestión de tiempo para que el Cártel Jalisco Nueva Generación invadiera Querétaro y comenzara a disputar el control territorial”, explicó Saucedo.
Uno de los aspectos más preocupantes de esta expansión criminal es la falta de coordinación entre los distintos niveles de gobierno para enfrentar el problema. “En Guanajuato no existe la cooperación necesaria entre el gobierno estatal y el federal para combatir la delincuencia”, señaló Saucedo, y advirtió que Querétaro parece enfrentar una situación similar. Aunque en el pasado no había eventos de alto impacto que obligaran a una coordinación, el aumento de estos actos violentos pone en evidencia la urgente necesidad de una estrategia conjunta entre las autoridades estatales, federales y municipales.
En respuesta al ataque más reciente, las autoridades queretanas actuaron rápidamente, anunciando la detención de un sospechoso, una respuesta poco común en crímenes de esta índole, donde los perpetradores suelen evadir la justicia. No obstante, Saucedo subrayó que el problema de fondo radica en la falta de una estrategia de prevención y control previo. “Hace tres años advertimos que esto era una posibilidad, y ahora lo estamos viendo,” comentó el especialista.
Para Querétaro, el reto ahora no solo radica en contener la ola de violencia, sino en evitar que el conflicto escale al nivel de otras entidades como Guanajuato, Zacatecas y Michoacán, donde los cárteles han logrado establecer bases sólidas que operan sin resistencia significativa. La presencia de estos grupos y su control territorial han dado lugar a un fenómeno conocido como “paz narca”, donde los cárteles mantienen cierta calma en sus áreas a cambio de un control total sobre las actividades ilícitas. Sin embargo, la llegada del Cártel Jalisco ha destrozado esta “paz” y ha desencadenado un ciclo de violencia y confrontación que afecta a toda la población.