El Tren Maya, obra emblemática del presidente Andrés Manuel López Obrador, culminó en el balneario de Cancún su viaje inaugural con una promesa de prosperidad para una de las regiones más empobrecidas de México, aunque también bajo denuncias de haber devastado el medioambiente.

Tras declarar inaugurada la megaestructura de 1.554 km, el mandatario abordó en la ciudad de Campeche (este) uno de los vagones de la clase turista del tren pintado de blanco y verde y que será vigilado por 3.000 efectivos de la Guardia Nacional.

A la máquina le tomó cinco horas y 28 minutos recorrer 473 kilómetros hasta el puerto caribeño, a donde el mandatario llegó acompañado del embajador estadounidense Ken Salazar y el magnate Carlos Slim, uno de los contratistas de la obra.

“Es una obra magna” que se construyó “en tiempo récord”, destacó López Obrador en su habitual conferencia matutina, previo a la inauguración del tramo de 473 km, que contó con fuegos artificiales.

Se estima que este primer tramo -de siete que estarán operativos en el primer trimestre de 2024- será uno de los más rentables por comunicar con Cancún, principal destino turístico del país que entre enero y octubre pasado recibió a 34 millones de visitantes extranjeros, según cifras oficiales.

El tren recorrerá la península de Yucatán, una zona rica en flora, fauna y ruinas arqueológicas, bordeando selva y mar.

El proyecto, cuya construcción arrancó hace cinco años, recibió el banderazo de salida a seis meses de las elecciones presidenciales, en las que -según encuestas- la izquierda es favorita para seguir en el poder con la exalcaldesa de Ciudad de México Claudia Sheinbaum, quien enfrentará a la exsenadora opositora Xóchitl Gálvez.

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