Por Redacción | La de Hoy Querétaro

Una carta supuestamente escrita por el cineasta Woody Allen al fallecido financiero y delincuente sexual Jeffrey Epstein ha salido a la luz esta semana, revelando una relación mucho más cercana de lo que se pensaba entre el director de cine y el multimillonario. El documento fue obtenido por el New York Times y fechado, según fuentes, en 2016, año en que Epstein ya era ampliamente conocido por sus vínculos con el tráfico sexual de menores.

En la misiva, Allen —hoy de 89 años— describe la mansión de Epstein en Manhattan como “el Castillo de Drácula”, comparando la atmósfera del lugar con la clásica película de terror: un enorme palacio de siete pisos y más de 21 mil pies cuadrados, poblado por jóvenes mujeres que, en sus palabras, recordaban a las vampiresas que atendían al Conde en la historia de Bela Lugosi.

“Jeffrey vive solo en una casa enorme, uno puede imaginárselo durmiendo en tierra húmeda”, escribió el cineasta en tono de broma.

Allen, que ha enfrentado sus propias acusaciones de abuso sexual —negadas por él, pero jamás olvidadas en la conversación pública—, relató que asistía regularmente a las cenas de Epstein junto a su esposa Soon-Yi Previn. Detalló una serie de encuentros con lo que él llama una “gran variedad de gente interesante”, incluyendo políticos, profesores, científicos, periodistas, e incluso magos.

🍷 Entre lo sórdido y lo trivial

Más allá de las referencias al ambiente gótico, Allen centró buena parte de su carta en quejas sobre el menú servido en las primeras cenas, asegurando que fue su esposa quien “obligó” a Epstein a mejorar la calidad y cantidad de los alimentos.

“Tuvo que explicar el orden en que se sirven las cosas. No el plato principal y luego el aperitivo, sino al revés”, relata Allen con ligereza, como si se tratara de una anécdota doméstica más.

Este tipo de trivialidades, escritas en tono de humor, contrastan violentamente con el historial criminal del anfitrión: Epstein fue condenado en 2008 por cargos relacionados con prostitución infantil, y nuevamente acusado en 2019 por tráfico sexual de menores. Se suicidó en prisión poco después de su arresto, en circunstancias que aún hoy generan sospechas.

🧠 Una red de élite

El testimonio del cineasta pone en evidencia la vasta red de personalidades que se movía en torno a Epstein. Desde académicos hasta figuras de la realeza, muchos aceptaron invitaciones a su mansión incluso después de su primera condena. ¿Cuántos sabían? ¿Cuántos decidieron ignorar lo evidente?

Mientras tanto, la exasociada de Epstein, Ghislaine Maxwell, cumple una condena de 20 años por su papel en la red de abuso. Esta semana, su equipo legal pidió a la Suprema Corte de EE. UU. que bloquee la publicación de las transcripciones del gran jurado, argumentando que podrían perjudicar su apelación.

El Departamento de Justicia había solicitado su desclasificación tras la presión del expresidente Donald Trump, quien también fue relacionado públicamente con Epstein. Inicialmente renuente a divulgar más información, Trump cambió su postura luego de crecientes exigencias dentro de su propio movimiento.

🧩 ¿Justicia o encubrimiento?

A más de cinco años de la muerte de Epstein, la maraña de poder, silencio e impunidad sigue intacta. Las cenas glamorosas descritas por Allen no son solo anécdotas, sino pistas de cómo el abuso puede esconderse a plena vista, camuflado entre cubiertos de plata, risas forzadas y flores en la mesa.


¿Quién sabía qué? ¿Cuánto se encubrió y cuánto se normalizó? La historia de Epstein sigue siendo una herida abierta que retrata el rostro más impune del poder.

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