Al menos una de cada tres familias latinas en Estados Unidos tuvo problemas para alimentar a sus hijos durante este verano debido a la ausencia de comidas escolares y al deterioro de sus finanzas, reveló este jueves un informe de la organización No Kid Hungry.

El estudio, basado en más de 1,200 encuestas a padres de familia, advierte que casi la mitad de los hogares reconocieron que sus hijos habrían pasado hambre algunos días de no ser por los programas alimentarios en las escuelas.

Entre los principales factores identificados, el 66 % de los encuestados señaló el alza generalizada de precios, y más de la mitad admitió que la inflación ha limitado severamente la compra de alimentos.

“Llegar a fin de mes es el mayor reto en este momento. Ambos trabajamos con cinco hijos en casa. Cada mes es un esfuerzo cubrir las necesidades de todos. Es difícil con esta economía. Y nos preocupa cómo alimentarlos”, relató una madre en Colorado.

A esta situación se suma que una de cada cuatro familias perdió su empleo en el último año, mientras que cuatro de cada diez afirmaron que su situación financiera empeoró en ese periodo.

La encuesta advierte que las familias latinas enfrentan una preocupación por el hambre casi dos veces mayor que la de otros grupos, y advierte sobre sus efectos en la educación: dificultad de concentración, irritabilidad y bajo rendimiento académico.

“Cuando tienen hambre, no se concentran mucho. Están irritados, discuten más, se crea un ambiente muy tenso. Solo piensan en lo que van a comer después”, compartió una madre de Carolina del Norte.

No obstante, tres de cada cinco familias destacaron que las comidas escolares no solo garantizan alimentación, sino que también motivan la asistencia regular de los menores y fomentan la convivencia con sus compañeros.

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