Por Carlos Silva, La lengua de Dante.
El mejor momento electoral para Morena en Querétaro, lo ha sido sin duda el 2018, cuando después de Vicente Fox, la ola del segundo gran fenómeno político en México por fin pudo arribar a la presidencia de la república, luego de que incluso en nuestro estado, la ola de Andrés Manuel hubiera barrido al joven candidato panista avecindado en nuestra ciudad, en aquel momento, poco o nada pudo hacer Ricardo Anaya para contener la marea que significó la tercera candidatura presidencial de López Obrador, quien además de todo, en la elección presidencial, le arrebató un alto porcentaje de votos panistas incluso en aquellas secciones en las que hasta entonces y tradicionalmente, siempre había ganado el PAN.
Sin embargo y luego de aquella contienda, a Morena no le ha alcanzado para más en Querétaro, pues ni en aquel momento, ni en las elecciones más recientes pudo arrebatarle al PAN las principales posiciones, a decir, las presidencias municipales de mayor significancia y las senadurías de mayoría, el avance de Morena solo fue posible de la mano de la candidatura del ahora presidente, solo y por su cuenta Morena no parece ser un partido que concite a mayores emociones.
En ese sentido, Querétaro no ha sido, no es y en el corto plazo tampoco parece que vaya a ser un espacio en donde Morena pueda ser una opción política realmente competitiva, al menos no con la actual baraja de políticos de mediano y bajo perfil con los que plantea su manejo, por eso llama doblemente la atención el extraordinario esfuerzo al que se ha volcado prácticamente toda la estructura del gobierno federal en la entidad para conseguir votos en donde evidentemente no los tienen, veamos por qué.
Es claro (y contrario a lo que los más fanatizados miembros de ese movimiento autodenominado 4T han llegado a pensar y a creer) que no hay manera de que Andrés Manuel, su movimiento, partido y gobierno obtengan una cantidad siquiera cercana a los 30 millones de votos que obtuvieron para ganar en 2018, de igual manera, saben que no hay forma de que puedan alcanzar una votación significativa que los “ratifique” en una votación que de inicio también se sabe que nunca alcanzará el número de votos necesarios para poder revocar al presidente; saben que todo este asunto de la votación del próximo 10 de abril es una farsa, pero que, en cualquier caso, es la voluntad del hombre de Macuspana llevarla a cabo aunque el intento les puede resultar contraproducente, porque cualquier cantidad de votos inferior a su techo electoral del 2018 será el equivalente a una suerte de derrota.
Justamente por eso, hoy es posible ver el descaro de un secretario de gobernación que se jacta diciendo que no le teme a las sanciones del INE, porque eso es cierto, Morena y su gobierno se pasan por el arco del triunfo todo aquello que signifique instituciones y legalidad y no les temen porque piensan que durarán para siempre en el gobierno, porque para ellos no hay mayor voluntad que la suya, es decir, la del hombre que los encabeza y ello les ha llevado a perder manejo y a convertirlos en una caterva de agentes políticos llenos de soberbia, lo que al final de cuentas para México puede ser bueno.
Ahora bien y guardando las debidas proporciones, aquí en Querétaro está siendo posible ver, las formas, absolutamente incongruentes e irresponsables, de una serie de funcionarios federales que llevan semanas volcados en una intensa campaña que solo se equipara al esfuerzo que llevaron a cabo en los comicios presidenciales del 2018, con una serie de pequeñísimas diferencias, que en aquel momento, el esfuerzo fue mayormente ciudadano, no eran gobierno y, consecuentemente, no disponían de la inconmensurable bolsa de recursos de los que ahora disponen desde la administración federal para poder llevar a cabo este nuevo capricho presidencial.
De una repugnante manera, el gobierno federal se ha transmutado, para sin recatos de ningún tipo, convertirse en Morena, echando mano de todos los recursos a su alcance para desafiar al INE y promover una movilización de estado, tal y como lo han venido haciendo algunas dictaduras de repúblicas bananeras en este lado del mundo.
Y es que, en los cálculos de Morena, hay algo que no checa, saben lo que significa no alcanzar o al menos estar cerca de aquellos 30 millones de votos logrados por Andrés Manuel en la elección presidencial de 2018 y saben también, que ese será el mensaje más fuerte con miras a las presidenciales del 2024, por eso ahora, se han convertido en aquello mismo que hace apenas algunos años tanto criticaban, volcando todo el aparato de gobierno para poder llevar a cabo una ridícula tarea que han convertido en una especie de ensayo electoral.
No es Morena la que se convirtió en gobierno, de manera extraordinariamente grotesca y absurda, es ahora el gobierno el que se ha vuelto a transformar en Morena para salir a la calle a tratar de encontrar los votos que ya no tiene hasta debajo de las piedras y en su esfuerzo no parece reparar en gastos.
Aquí en Querétaro, el esfuerzo de los funcionarios federales de Morena es ingente, cínico y descarado, no reparan ni por vergüenza y a pesar de la veda electoral que ha impuesto la institución a cargo de este tipo de ejercicios hoy es posible ver en la calle, en horarios de trabajo, lo mismo a los Servidores de la Nación, que a los promotores de los programas sociales del gobierno federal como lo son el de adultos mayores distraídos de su principal tarea, a los denominados COTS (coordinadores territoriales) y lo mismo da ver al personal del INEA involucrados en tareas electorales, convocados todos desde un grupo de difusión en WhatsApp denominado Revocación recibiendo indicaciones de la propia delegada Marisol Cruz Pimentel, pupila del fallido político de extracción universitaria y hoy senador por Morena Gilberto Herrera, grupo de difusión en donde les exhorta a colocar mantas, hacer movilización, invitar a las personas a que salgan a votar el próximo 10 de abril, a repartir volantes, hacer listas y una serie de tareas más orientadas todas ellas a una sola cosa: a conseguir los votos que el presidente requiere para darle cierto sentido a su capricho populista.
De esa manera, es posible ver a funcionarias como Elizabeth Nava del INEA, a servidores de la nación como Josefina Alvarado Aguilar, Leticia Ramírez Favila, María Suarez, Adriana Vázquez Mejía, del mismo modo que es posible ver a promotores del programa de adultos mayores como María de Jesús Olvera Mata, involucrados todos ellos para hacer posible la instrumentación de la llamada Plataforma de la Estructura Alterna dirigida por el Senador Peña, estructura esta en donde se encuentra la base de datos que estuvieron recolectando aún durante la veda electoral a partir de disfrazar sus manejos con la entrega de periódicos y búsqueda de militantes y simpatizantes, instrumento digital este desde donde pretendidamente el próximo 10 de abril se estará “controlando” la movilización de los electores para que salgan a votar a favor del Presidente.
Por su parte, el también senador Gilberto Herrera Ruíz será el encargado hacer lo que nunca antes ha hecho, ni siquiera en sus campañas, es decir, el será el responsable de organizar las rutas y proveer el transporte acarrear a las personas que habrán de ir a las casillas, dicho de otra forma, Gilberto Herrera será el responsable en buena medida, de ese ejercicio llamado movilización.
Por lo pronto, en uno de los ejercicios más absurdos de los que se tenga conocimiento, Morena no ha reparado en gastos, todo con tal de complacer a su hombre, aquel que insiste en poder trasladar los buenos números de su propia popularidad a la persona a la que en algunos meses habrá de ungir para que le suceda, sabe el de Macuspana que por ahora, nadie de su equipo o gobierno le pueden garantizar un triunfo a Morena y por eso su empeño para mantener bien aceitada la maquinaria electoral para que, una vez llegado el momento, poder refrendar su permanencia, aunque ello implique el tratar de conseguir votos en donde no los tienen, ni los han tenido.
El kafkiano ejercicio revocatorio planteado por la 4T es una carnavalada, no es un instrumento de la democracia directa que permita elegir, bien al contrario, fue diseñado para confirmar la gloria del hombre que hoy gobierna México y no plantea revocar, sino ratificar, por lo que solamente una baja, muy baja votación podrá significarle al hombre del palacio, el balazo en el pie que jamás habría deseado darse.