En Suiza, encontrar pareja puede requerir más resistencia física que deslizar el dedo en una pantalla. Cathy Rotzetter, de 58 años, conoció a Patrick gracias a un mensaje que dejó en una libreta roja a 2,133 metros de altura, en la cima del Wandflue. Una semana después, él subió, leyó sus palabras y decidió escribirle. Nueve meses más tarde, son pareja.

La idea nació del montañista Thibaud Monney, de 29 años, quien, cansado de caminar solo, dejó su número en un cuaderno en la cumbre del Dent de Broc con una invitación: “La próxima seremos dos”. El experimento funcionó. Hoy hay libretas de este tipo en siete cumbres del cantón de Friburgo, y la iniciativa se ha replicado en toda Suiza… incluso en Argentina.

El sistema es tan simple como efectivo: quien escribe en la libreta ya ha demostrado amar la naturaleza y ser capaz de llegar a la cima. “Es un buen filtro”, dicen sus usuarios. Y aunque Monney ya encontró pareja —no gracias a la libreta, sino a que ella lo vio en televisión—, asegura que decenas de relaciones y amistades nacieron entre montañas, lejos de los algoritmos y más cerca de las nubes.

Shares: