La tauromaquia, una tradición profundamente arraigada en la cultura hispánica, enfrenta un momento de redefinición en México. Recientemente, la propuesta del diputado Pedro Haces, del partido oficialista Morena, de realizar corridas de toros “sin sangre” ha encendido un debate que involucra tanto a defensores como a detractores de esta práctica.

Simón Casas, empresario taurino y socio de Haces, expresó públicamente su desacuerdo con esta iniciativa. En entrevista con EFE, Casas enfatizó que la esencia de la tauromaquia no radica en la ausencia de sangre, sino en su carácter ritual y filosófico. “La tauromaquia no es espectáculo, es un ritual donde el protagonista es la muerte”, afirmó, defendiendo que el debate en torno a la muerte ha sido parte del desarrollo cultural e histórico de las sociedades humanas.

El debate internacional: ejemplos y contrastes

Casas señaló que el modelo francés podría servir de referencia para abordar la polémica en México. En Francia, las corridas de toros están prohibidas desde 1951, pero existe una excepción cultural en regiones donde esta práctica tiene un fuerte arraigo. Este enfoque busca equilibrar la preservación de tradiciones locales con las demandas sociales por el bienestar animal.

Por otro lado, en ciudades como Quito, Ecuador, la decisión de eliminar la suerte de matar tras un referéndum en 2011 resultó en un declive de la tauromaquia. La medida, aunque bienintencionada, llevó al cierre del principal recinto taurino de la ciudad en 2019 debido a la pérdida de interés del público.

Casas, además de empresario taurino, es un intelectual reconocido en el ámbito taurino. En su libro Pases y pases, reflexiona sobre su vida en este mundo, junto a personalidades como Mario Vargas Llosa y José Tomás. En su opinión, la tauromaquia va más allá de un simple espectáculo y forma parte de un diálogo cultural y filosófico que explora conceptos como la vida, la muerte y el honor.

Defendió que el toro, al llegar al ruedo, no es maltratado previamente, sino que se le otorga un estatus casi humano, con genealogía, nombre y un reconocimiento final en su muerte. “Huir de la muerte no es una solución, ni filosófica ni cultural”, puntualizó.

En México, el debate sobre la tauromaquia refleja tensiones entre tradición y modernidad. Figuras como Claudia Sheinbaum, presidenta del país, y el legislador Ricardo Monreal han mostrado interés en explorar modelos alternativos, como las “corridas sin muerte”. Sin embargo, estas propuestas no están exentas de controversia y enfrentan el desafío de conciliar la tradición con las demandas contemporáneas por el bienestar animal y la evolución cultural.

El futuro de la tauromaquia en México, como en otros países, dependerá de encontrar un equilibrio entre la preservación de un patrimonio cultural y las sensibilidades éticas de una sociedad en constante cambio. La pregunta central sigue siendo si es posible reinventar la tauromaquia sin perder su esencia o si, al modificarla, se condena a la desaparición.

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