Valle de Supe, Perú.– Cuatro horas al norte de Lima, entre llanuras barridas por el viento y muros de adobe al borde del colapso, el desierto guarda un secreto: uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de las últimas décadas.
En julio de 2025, la arqueóloga peruana Ruth Shady reveló el hallazgo de Peñico, una ciudad de casi 3,800 años perteneciente a la antigua civilización Caral, considerada la cuna de la civilización en el continente americano y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 2009.
El sitio cuenta con 18 estructuras, entre templos ceremoniales y conjuntos residenciales, y ofrece nueva evidencia de cómo los caral enfrentaron desastres naturales sin recurrir a la guerra, algo extraordinario incluso en la actualidad.
“Peñico continúa la visión de la civilización caral de una vida sin conflictos”, explica Shady, quien ha dedicado más de tres décadas a investigar esta cultura.
La civilización pacífica de América
Mucho antes de los aztecas, mayas e incas, el valle de Supe fue el epicentro de una sociedad que floreció en paralelo a Mesopotamia y Egipto. Entre los años 3000 y 1800 a.C., Caral construyó pirámides, plazas circulares y anfiteatros diseñados para resistir terremotos, todo sin fortificaciones ni armas de guerra.
Sus habitantes vivían del comercio, la agricultura y el intercambio cultural: cultivaban algodón, batata y ají, pescaban en la costa y comerciaban con pueblos de la sierra y la Amazonía. Las excavaciones han revelado 32 flautas de hueso de pelícano, prueba de que la música era central en su vida ritual.
Crisis y adaptación
Hace unos 4,000 años, una sequía de 130 años obligó a abandonar Caral-Supe. Durante años se pensó que los sobrevivientes migraron a la costa, pero Peñico ofrece otra hipótesis: parte de la población se trasladó tierra adentro, a un lugar cercano a glaciares que aseguraban el suministro de agua.
Sorprendentemente, no se han hallado armas ni señales de conflicto en Peñico. “Esta sociedad respondió a la crisis adaptándose, no conquistando”, subraya Shady.
Las excavaciones revelan figuras de yeso, collares y esculturas, entre ellas el retrato de una mujer con peinado elaborado y rostro pintado con pigmento rojo, evidencia de que incluso en tiempos de escasez mantuvieron vivas sus expresiones culturales.
Un viaje en el tiempo
Hoy, el sitio arqueológico está abierto a los visitantes, con un centro de interpretación de diseño circular que evoca las plazas centrales de Caral. Los turistas pueden recorrer templos, plazas y zonas residenciales, y observar cómo esta sociedad precolombina administraba sus ciudades mediante consenso, en una estructura que recuerda a las primeras formas de democracia.
Lecciones para el presente
El hallazgo de Peñico ofrece un mensaje urgente: la cooperación y la adaptación son claves para sobrevivir a crisis climáticas. Perú ha perdido el 56% de sus glaciares en los últimos 58 años, lo que convierte a este descubrimiento en una advertencia contemporánea.
“Tenemos que cambiar nuestra perspectiva de la vida y de los cambios en el planeta para garantizar que la sociedad humana pueda seguir disfrutando de calidad de vida y respeto mutuo”, concluye Shady.
Peñico, semienterrada en el desierto peruano, no solo reconstruye el pasado, sino que inspira a repensar el futuro.