CNN / Hace cinco meses, el presidente de EE.UU., Donald Trump, sorprendió cuando afirmó que el presidente de Rusia, Vladimir Putin —el hombre que invadió Ucrania— quería la paz en Ucrania.
“Creo que él quiere la paz”, dijo Trump, y añadió: “Lo conozco muy bien. Sí, creo que quiere la paz. Creo que me lo diría si no fuera así… Confío en él en este tema”.
Sin embargo, en los últimos días, y especialmente este martes, Trump ha cambiado notablemente su discurso.
Tras varios días expresando su descontento con su última llamada telefónica con Putin, Trump fue aún más lejos en una reunión de gabinete. Sugirió que el hombre al que había defendido y evitado criticar durante años podría no ser un interlocutor confiable.
“Putin nos lanza muchas tonterías, si quieren saber la verdad”, dijo Trump. “Siempre es muy amable, pero resulta que no significa nada”.
No es la única señal de que Trump está evolucionando en su postura —o al menos en su retórica— sobre la guerra en Ucrania.
Esta semana revirtió una breve pausa en los envíos de armas defensivas a Ucrania (aunque sugirió que esa decisión fue tomada por otros en su administración). Por ahora, ha dejado de culpar a ambos bandos por la guerra, después de casi siempre emparejar cualquier crítica a Rusia con una crítica a Ucrania, como si ambos fueran igualmente responsables de prolongar la guerra de agresión rusa. Y este martes, sin que nadie se lo pidiera, elogió el “coraje” de los combatientes ucranianos, sugiriendo que la enorme inversión de Estados Unidos en la defensa de Ucrania no ha sido el despilfarro que muchos en la base MAGA creen.
“Y diré esto: los ucranianos, piensen lo que piensen sobre si fue justo o no que diéramos todo ese dinero, fueron muy valientes porque alguien tenía que operar ese equipo”, dijo Trump. “Y mucha gente que conozco no lo haría”.
¿Entonces, qué está pasando aquí?
Sería precipitado sugerir que Trump realmente ha dado la espalda a Putin y se ha puesto del lado de Ucrania. Trump ha dado señales una y otra vez en los últimos 10 años de que le gusta parecer impredecible en el escenario mundial, ya sea la llamada “teoría del loco” o cualquier otra cosa. E incluso después de sus palabras duras hacia Putin, los resúmenes de sus llamadas posteriores —incluida una llamada de cumpleaños del líder ruso— no han sugerido que Trump esté presionando directamente para que acepte un alto el fuego o calibrando represalias por los ataques ucranianos.
Ahora bien, es muy posible que los últimos comentarios públicos de Trump sean un intento de presionar a Putin, más que una señal de un cambio firme en la política de su administración.
De manera bastante notable, el presidente de EE.UU. este martes se negó a comprometerse con un nuevo paquete de sanciones contra Rusia que cuenta con el apoyo de más de dos tercios de los senadores de ambos partidos. Si Trump realmente hubiera roto con Putin, esa opción estaría disponible, pero aún no la ha tomado.
Podría intentar esta estrategia y luego volver a un enfoque más suave con la misma facilidad.
Sin embargo, criticar duramente a Putin es también una carta que Trump ha sido extremadamente reacio a jugar.
La única otra vez que llegó tan lejos fue poco después de que Rusia invadiera Ucrania en 2022. Trump calificó brevemente la invasión rusa como “atroz”.
No obstante, eso pareció ser una corrección de rumbo motivada políticamente. Trump, que se preparaba para otra campaña presidencial, había sido duramente criticado por elogiar el “genio” y la “astucia” de Putin al invadir Ucrania, en un momento en que prácticamente todo Occidente condenaba la acción. Esos comentarios fueron impactantes, incluso comparados con los años de cercanía de Trump con Putin. Así que reprobó brevemente la invasión y luego siguió adelante, retomando su trato con guantes de seda hacia el líder ruso.
La pregunta ahora es si el cambio de Trump será tan fugaz como aquel. Tal vez. Pero hay señales de que podría no ser así.
Por un lado, parece que el presidente podría estar dándose cuenta de que sus objetivos en Ucrania son irreconciliables con los de Putin.
Para Trump, siempre se trata de conseguir una “victoria”, en este caso, el acuerdo de paz que prometió y no logró obtener en el primer día de su presidencia. No ha parecido importarle demasiado cómo sería ese acuerdo de paz y ha sugerido grandes concesiones por parte de Ucrania. Pero Putin casi no ha dado señales de estar realmente interesado en un acuerdo que implique algo distinto a quedarse con toda Ucrania.
Y los comentarios de Trump este martes no solo fueron duros con Putin; también parecieron reflejar una frustración más profunda de que su homólogo ruso lo está manipulando. (En abril, Trump también sugirió que Putin podría estar “simplemente dándome largas”). Tal vez Trump realmente creía en su habilidad para negociar y siente que Putin lo ha hecho quedar como un tonto.
Este martes, la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, fue consultada sobre cómo conciliar los comentarios de Trump de febrero sobre Putin con sus declaraciones más recientes, y sugirió que Trump está respondiendo a nueva información.
“Es un hombre de mente abierta, pero no es ingenuo”, dijo Bruce. “Es una persona con principios y clara en lo que quiere lograr. Eso es lo que estamos viendo”.
Sin duda, se puede entender que Trump llegue a esa conclusión —aunque tarde— después de los acontecimientos de la semana pasada. Poco después de su llamada con Putin, Rusia lanzó su mayor ataque con drones contra Ucrania hasta la fecha.
Y nadie debería subestimar el papel del orgullo y la política interna en todo esto. Trump le ha dado a Putin más beneficio de la duda que prácticamente cualquier otro líder occidental, como lo demuestran sus comentarios de febrero. Al igual que en otras áreas de política exterior, se ha negado sistemáticamente a emitir juicios morales sobre un líder autoritario cuyos métodos y consolidación de poder parece admirar genuinamente.
Sin embargo, tomar partido en la guerra de Ucrania no es solo una cuestión moral; también es una cuestión de realpolitik. Y tal vez ese último cálculo, que es mucho más importante para Trump, esté cambiando.
Solo el tiempo lo dirá.