La competencia por el control del acceso a internet se intensificó tras el lanzamiento de ChatGPT Atlas, el nuevo navegador de escritorio de OpenAI que integra de forma nativa su popular chatbot de inteligencia artificial. La herramienta representa un desafío directo al modelo de búsqueda tradicional dominado por Google durante más de dos décadas.
Con más de 800 millones de usuarios semanales, OpenAI busca convertir a ChatGPT en una puerta de entrada al ecosistema digital, desde sitios web hasta redes sociales y servicios en línea, desplazando a los buscadores basados en enlaces. “Un navegador construido con ChatGPT nos acerca a un verdadero superasistente que entiende tu mundo y te ayuda a lograr tus objetivos”, escribió el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, al presentar el producto.
Aunque otras compañías como Perplexity ya han lanzado navegadores con funciones de IA, el alcance global de ChatGPT convierte a Atlas en una amenaza concreta para el negocio principal de Google. A diferencia de Chrome, Atlas coloca la barra de búsqueda de ChatGPT en el centro de la experiencia de navegación, permitiendo que los usuarios consulten, resuman textos o deleguen tareas directamente al modelo.
El navegador incorpora un modo agente capaz de ejecutar acciones automáticas: buscar lugares, hacer reservaciones o planificar actividades, sin que el usuario abandone la página.
Google, que aún concentra cerca del 72 % del tráfico web mundial según Statcounter, responde con la integración de su asistente Gemini en Chrome y en sus resultados de búsqueda, que ya incluyen resúmenes generados por IA. Sin embargo, estudios recientes indican un cambio en el comportamiento de los usuarios: menos clics en enlaces tradicionales y mayor dependencia de respuestas generadas por inteligencia artificial.
El lanzamiento de Atlas coincide con el contexto del juicio antimonopolio del Departamento de Justicia de Estados Unidos contra Google, donde el debate sobre el papel de la IA en la búsqueda en línea ha sido central. La resolución judicial permitió a Google conservar Chrome, pero advirtió sobre el riesgo de que su dominio se extienda al ámbito de la inteligencia artificial generativa.
Con Atlas, OpenAI profundiza su estrategia para ocupar un lugar central en la interacción digital cotidiana —desde la búsqueda y la navegación web hasta el futuro desarrollo de hardware de consumo—, marcando un nuevo capítulo en la disputa por el control del ecosistema de internet.




