La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió de una subida de 16 millones de casos de malaria en 2022 (249 millones) con respecto a 2019 (233 millones), y apunta al cambio climático como una de las causas de este incremento.
Así, a pesar de los avances en la ampliación del acceso a mosquiteros tratados con insecticida y medicamentos para ayudar a prevenir la malaria en niños pequeños y mujeres embarazadas, cada vez más personas enferman de malaria, según se recoge en su último informe sobre la enfermedad, presentado este jueves en rueda de prensa.
Además de las alteraciones causadas por la covid-19, la respuesta mundial a la malaria se ha enfrentado a un número creciente de amenazas, como la resistencia a los medicamentos y a los insecticidas, las crisis humanitarias, la escasez de recursos, los efectos del cambio climático y los retrasos en la ejecución de los programas, especialmente en los países con una elevada carga de la enfermedad.
En concreto, el ‘Informe Mundial sobre la Malaria 2023’ profundiza en el nexo entre el cambio climático y la malaria. Los cambios en la temperatura, la humedad y las precipitaciones pueden influir en el comportamiento y la supervivencia del mosquito ‘Anopheles’, portador de la malaria.
Los fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor y las inundaciones, también pueden repercutir directamente en la transmisión y la carga de morbilidad. De hecho, las inundaciones catastróficas de Pakistán en 2022; por ejemplo, multiplicaron por cinco los casos de malaria en el país.
“El clima cambiante plantea un riesgo sustancial para el progreso contra la malaria, especialmente en las regiones vulnerables. Ahora más que nunca se necesitan respuestas sostenibles y resilientes contra la malaria, junto con acciones urgentes para frenar el ritmo del calentamiento global y reducir sus efectos”, comentó el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
Se prevé que la variabilidad climática tenga efectos indirectos en las tendencias de la malaria a través, por ejemplo, de un menor acceso a los servicios esenciales contra la enfermedad y de interrupciones en la cadena de suministro de mosquiteros tratados con insecticida, medicamentos y vacunas.
El desplazamiento de la población por razones climáticas también puede provocar un aumento de la prevalencia de la enfermedad, ya que las personas sin inmunidad migran a zonas endémicas.
Los datos sobre el impacto a largo plazo del cambio climático en la transmisión de la malaria son escasos. Sin embargo, es probable que la dirección y la magnitud de cualquier impacto varíen según los sistemas sociales y ecológicos, tanto dentro de los países como entre ellos.
TENDENCIAS DE LA CARGA MUNDIAL DE MALARIA Y RESPUESTA
A escala mundial, en 2022 se produjeron cinco millones de casos de malaria más que el año anterior, y cinco países se llevaron la peor parte de estos aumentos. Pakistán registró el mayor aumento, con cerca de 2.6 millones de casos en 2022 frente a los 500 mil de 2021.
También se observaron aumentos significativos en Etiopía, Nigeria, Papúa Nueva Guinea y Uganda. Mientras tanto, en los 11 países que soportan la mayor carga de malaria, las tasas de nuevas infecciones y muertes se han estabilizado tras un repunte inicial durante el primer año de la pandemia. En estos países, que reciben apoyo a través del enfoque de la OMS ‘De alta carga a alto impacto’, se estima que en 2022 se produjeron 167 millones de casos de malaria y 426.000 muertes.
A la vista de las tendencias actuales, los progresos hacia los hitos críticos de 2025 de la estrategia mundial de la OMS contra la malaria están “muy lejos” de lo previsto, según el informe.
“Es crucial reconocer la multitud de amenazas que obstaculizan nuestros esfuerzos de respuesta. La variabilidad climática supone un riesgo sustancial, pero también debemos hacer frente a retos como el acceso limitado a la atención sanitaria, los conflictos y emergencias en curso, los efectos persistentes de Covid-19 en la prestación de servicios, la financiación inadecuada y la aplicación desigual de nuestras intervenciones básicas contra el paludismo”, comentó el doctor Matshidiso Moeti, director regional de la OMS para África.
“Para avanzar hacia un futuro sin malaria, necesitamos un esfuerzo concertado que fomente la innovación, la movilización de recursos y las estrategias de colaboración”, señaló.
LA LLEGADA DE LAS VACUNAS
Con todo, en el informe también se citan logros, como el despliegue gradual de la primera vacuna contra la malaria recomendada por la OMS, la ‘RTS,S/AS01’, en tres países africanos.
Una evaluación rigurosa ha mostrado una reducción sustancial de la malaria grave y un descenso del 13 por ciento de las muertes infantiles tempranas por todas las causas en las zonas donde se ha administrado la vacuna en comparación con las zonas donde no se introdujo.
Esta reducción sustancial de la enfermedad y la muerte se suma a lo que se está consiguiendo en estas zonas donde ya se han introducido mosquiteros, fumigación de interiores con insecticidas y otras intervenciones de salud infantil.
Además, en octubre de este año, la OMS recomendó una segunda vacuna segura y eficaz contra la enfermedad, la ‘R21/Matrix-M’. Se espera que la disponibilidad de dos vacunas contra la malaria aumente el suministro y haga posible un despliegue a gran escala en toda África.
En este sentido, el director del Programa Mundial contra la Malaria de la OMS, Daniel Ngamije, ha subrayado la importancia de contar con más recursos para luchar contra la enfermedad. “Debemos recordar que la malaria sigue siendo una enfermedad prevenible y curable. Es cierto que nos enfrentamos a muchos retos, y el cambio climático es uno más. Pero también nos están llegando oportunidades. Sin embargo, necesitamos recursos y compromiso para convertir esas oportunidades en acciones”, agregó.
Ngamije ha aprovechado la presentación del informe para hacer hincapié en la importancia de “revitalizar” la lucha contra la malaria y aumentar la cobertura, el acceso a los servicios, y garantizar que en el futuro próximo los países “vuelvan a estar en el buen camino” en lo que respecta a los objetivos mundiales en materia de malaria.
En este mismo sentido se ha pronunciado el CEO de RBM Partnership to End Malaria, Michael Charles, que ha llamado a invertir “drásticamente” porque “hay carencias” en la lucha contra la malaria. “Tenemos que ser innovadores, sobre todo en la forma de abordar esta enfermedad. No podemos adoptar un enfoque aislado”, ha pedido. Al hilo, ha llamado a “interactuar” y a la integración sanitaria de la malaria con otras enfermedades existentes para “reforzar realmente los sistemas sanitarios a nivel comunitario”.