EFE / Una de las aplicaciones del Premio Nobel de Química de este año está en las televisiones de muchos hogares: los puntos cuánticos. Sin embargo, Moungi Bawendi y los otros laureados nunca lo imaginaron, pues investigaron movidos solo por la curiosidad y, cuando se crea un nuevo conocimiento, no se sabe para qué servirá.

El uso de puntos cuánticos en las pantallas con tecnología QLED es, seguramente, su aplicación más popular, pero su descubrimiento y síntesis ha supuesto además una revolución para la nanotecnología.

Los responsables de este hallazgo son, además de Bawendi (París, 1961), el estadounidense Louis Brus y el ruso Alexei Ekimov, que este domingo recibirán el Premio Nobel de Química.

Bawendi dijo a EFE que “fue pura curiosidad” lo que les impulsó a estudiar los puntos cuánticos, no tenían “ni idea” de que acabarían siendo útiles en televisores y otros monitores, aunque esa es solo una de sus múltiples aplicaciones, que van desde la electrónica a la medicina o la química.

Cuando se crea un nuevo conocimiento, “no sabes para qué sirve y, de hecho, esa es la cuestión, ese el camino de la ciencia básica”, que debe “interactuar, comunicarse con la sociedad, la ingeniería y otros campos, para poder traducirla en tecnología”.

El uso de los puntos cuánticos para investigación en biomedicina está siendo “fundamental para entender el proceso de crecimiento del cáncer o la administración de fármacos en experimentos con animales”, un conocimiento que puede ser luego útil en personas.

Junto a su equipo, Bawendi creó un sistema de imagen y un nuevo tipo de agente que ilumina el cáncer, el cual acaba de terminar los ensayos clínicos. “Esperemos -agregó- que en un futuro muy próximo esté disponible en las clínicas”.

Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad, el cambio climático, también podría reservar un espacio a los puntos cuánticos. “Parte del problema es deshacerse de los combustibles fósiles, encontrar nuevas formas de crear combustibles y generar electricidad de forma más eficiente”.

El químico que investiga en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) cree que los puntos cuánticos pueden desempeñar un papel en ambos ámbitos, “ya sea aprovechando la energía del sol para crear nuevas moléculas, nuevos combustibles, o directamente en un efecto fotovoltaico como en el silicio para crear electricidad directamente a partir del sol”.

Los puntos cuánticos son nanocristales un millón de veces más pequeños que la cabeza de un alfiler y entre sus propiedades destaca que emiten luz en diferentes colores en función de su tamaño. Los más grandes roja, los más pequeños azul y así con el resto de tonalidades básicas.

Bawendi se interesó por ellos cuando llegó a los Laboratorios Bell, donde ya trabajaba Bruce y había descubierto ese efecto de cambio de color.

“Cuando vi que era diferente de cualquier otra cosa que había conocido antes, que era una nueva área de la ciencia, me enamoré de ella”. En casos como este cualquier pregunta y cualquier respuesta son nuevas, “eres un verdadero explorador en un mundo nuevo y eso fue para mí realmente la parte emocionante”.

Sus investigaciones llevaron a Bawendi a revolucionar la producción de puntos cuánticos, logrando que fueran partículas casi perfectas, controlando su tamaño, y con ello el color, para alcanzar la calidad imprescindible que abriera la puerta a sus aplicaciones. De ello hace ahora justo 30 años.

Entre sus anécdotas de vida, Bawendi recuerda que suspendió su primer examen de Química en la universidad. “No era difícil, es que no estaba estudiando lo suficiente o no de manera correcta, esa es una habilidad que tienes que aprender” y lo hizo.

Llevando la anécdota al terreno de la ciencia, dice que esta es “un proceso de fracasos y de superación de los mismos. Es parte de la vida”.

Defensor de la ciencia básica, a la que se dedica, estima que su primera necesidad son los recursos. “No creo que tener más gente sirva de nada si no se dispone de más recursos. Eso es lo primero”.

Por eso cree que “tenemos que educar a los políticos”, sobre la importancia de mantener el apoyo a la ciencia básica. En Estados Unidos, la cantidad de recursos por investigador para la investigación fundamental no dirigida “ha disminuido bastante en las últimas tres décadas”, no ha seguido en absoluto el ritmo de la inflación, y creo que eso es tremendamente preocupante”.

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