Por Carlos Silva, La lengua de Dante
En la hora más oscura de la noche, durante la fase más dura de la pandemia que ha venido azotando al mundo desde hace un par de años, casi al final del 2020, en un país de esos que no suelen sonar mucho por sus logros en los campos de la investigación científica y de la medicina, surgió una doble esperanza ante la que vino a ser una de las epidemias que han cobrado un mayor número de víctimas mortales y la esperanza nació justo a partir del anuncio de su presidente al informar que su gobierno estaba haciendo todo lo posible para desarrollar una vacuna que contuviera el daño provocado por la pandemia.
A la par y también desde México, surgió una segunda esperanza, pues al señalado anuncio presidencial, muy pronto se sumó también, la posibilidad desplegada por el sorprendente esfuerzo de una modesta universidad pública que, curiosamente, tampoco guarda una posición destacada a nivel nacional por su desempeño en estos campos, lo que sin lugar a dudas, ilusionó al mundo, pues a la vez que la 4T lo anunciaba, desde Querétaro, la UAQ también hacía lo propio, generando una gran ilusión, a la par que una gran expectativa tan solo por la posibilidad de poder contar con una vacuna que contuviera la propagación del virus SARS-CoV-2, ambas alternativas representaron una luz en medio de la noche más oscura.
Quizá para no creerse, pero así fue y desde México surgió la esperanza, superando incluso cualquier expectativa que hubieran podido generar los grandes consorcios farmacéuticos y los laboratorios de siempre, que eran quienes hasta entonces llevaban mano en las investigaciones que podrían propiciar el rápido desarrollo de opciones para mitigar los efectos más nocivos de un virus que hasta ese momento, estaba resultando ser un completo desconocido y más aún, considerando su asombrosa facilidad para mutar y obligar a rápidos cambios en las estrategias de investigación entre los laboratorios más prestigiados en el mundo.
Por ello fue que el anuncio del presidente mexicano llenó al mundo de esperanza, aquí estaba México anunciando que antes de que concluyera el 2021, nuestro país sería el segundo en América Latina en contar con su propia vacuna y una vez teniéndola, sería posible apoyar a los países más pobres. El anuncio de la UAQ fue igualmente esperanzador, cuando la rectora García Gasca reveló que la vacuna universitaria también podría estar lista antes de terminar el año 2021. Año redondo.
A sabiendas del gran significado de lo que su anuncio representaba para el mundo, el presidente se sabía satisfecho, empero ello no significó que descartara cualquier otro esfuerzo y por ello cuando el presidente se enteró del esfuerzo que venía desplegando una modesta universidad pública dijo “Nos importa” y prontamente dio indicaciones a la directora del Conacyt para que viera lo concerniente al financiamiento público con recursos extras para que la Universidad Autónoma de Querétaro siguiera con el desarrollo de la vacuna que ya venía realizando desde el 2020 y fue así como el gobierno federal logró destinar un millón quinientos mil pesotes para el proyecto universitario enfocado a desarrollar también una vacuna anti covid-19.
Al proyecto sobre el que la UAQ venía trabajando lo denominaron Quivax 17.4 y entre sus principales características es que se trataba de la posibilidad de generar una vacuna que habría de elaborarse a partir de una proteína quimérica recombinante que tiene como base la proteína del virus SARS-CoV-2 a partir de la cual se generó un molde para el diseño de péptidos. Aunque al parecer no existen antecedentes de la UAQ en éste campo de la medicina humana, la idea al menos, resultaba deslumbrante como esperanzadora, sobre todo en un mar de incertidumbres, situación por la cual la institución educativa se dio a la tarea de buscar aportaciones monetarias entre la ciudadanía y para ello lanzaron la idea de un Vacunatón, mismo que se llevó a cabo a finales de marzo de ese mismo año, logrando recaudar una cantidad significativa, porque ahora la esperanza era de muchos.
Tras el esfuerzo desplegado, la UAQ logró reunir 6.5 mdp, mismos que logró sumar al esfuerzo que venían desplegando sus científicos para descubrir prontamente la vacuna y a la fecha, en esos afanes continúan enfrascados los universitarios, dando una dura batalla contra el mortal virus, tratando, ya no de desarrollar una vacuna, porque ya hay muchas, sino de mejorar la existentes.
Quizá por ello, con cierta desilusión, la rectora de la UAQ Teresa García Gasca ha dejado en claro que cualquier oportunidad es buena para pedir recursos y así lo ha dejado ver la cuando ha dicho que “La investigación y el desarrollo de 5 vacunas mexicanas en contra del covid-19 están detenidas por la falta de recursos e interés por parte del gobierno mexicano”, es decir, el retraso no es atribuible en modo alguno a los científicos de la UAQ, sino al hecho real de que al presidente en realidad no le interesó tanto una vacuna desarrollada por una pequeña universidad pública; el retraso entonces obedecía a simplemente a que la UAQ iba a desarrollar la vacuna, solo que se había lastimado la rodilla al no tener el financiamiento necesario.
Lamentablemente el 2021 acabó y junto con ese año, el mundo terminaba la aplicación de una segunda dosis de las vacunas de las farmacéuticas de siempre, no obstante y desde entonces, más que un sueño guajiro, las vacunas Patria y Quivax 17.4 siguen siendo un proyecto en desarrollo, la vacuna que la UAQ dice venir desarrollando, sigue evolucionando y creciendo para ser una opción cada vez mejor, que cualquier otra de las que ya existen y se han aplicado y que de alguna manera han ayudado a mitigar algunos de los efectos nocivos de la pandemia y no, no es que en ambos casos se trate de ensoñaciones, sino que simplemente el reloj de la urgencia para México y los científicos de la UAQ, camina más pausadamente.

No cabe la menor duda, de que ambas vacunas, tanto Patria como Quivax 17.4 habrán de ser de gran utilidad para la humanidad cuando finalmente estén disponibles, pues mientras Patria le ayudará el gobierno de la 4T a recuperar la soberanía perdida como un país productor de vacunas y más aún, porque como ya no será efectiva contra las primeras variantes, sin duda la posibilidad de actualizarla para afrontar a las nuevas variantes que puedan surgir, será un proceso más rápido, en tanto que, aunque poco se sabe del avance de la vacuna universitaria Quivax 17.4, es claro que también habrá de ayudar en algo, a ciencia cierta no se sabe en qué, pero de que habrá de ayudar, sin duda que lo hará a decir de la propia rectora García Gasca.
Por lo pronto y mientras tanto, no queda más que atenernos a la posibilidad de seguir aplicando las vacunas de los mismos de siempre, no nos quedan más alternativas que seguir apostando por las vacunas de AstraZeneca y Pfizer como algunas, que posiblemente no sean igual de buenas como plantean ser las mexicanas, pero por ahora, son las únicas de las que la humanidad dispone y no tenemos ninguna otra opción al alcance.