Por Redacción / La de Hoy Querétaro
El fotoperiodismo latinoamericano perdió este miércoles a una de sus miradas más lúcidas y comprometidas. Rodrigo Moya, fotógrafo mexicano de origen colombiano, falleció a los 91 años en su hogar en el estado de Morelos, tras una larga recuperación por una cirugía. Murió en paz, acompañado por su esposa y compañera de vida durante más de 43 años, la diseñadora Susan Flaherty.
Moya, nacido en 1934, dejó un legado invaluable: más de 40 mil negativos que documentan, en blanco y negro, la cruda realidad social de América Latina entre los años 50 y 60. Su archivo fotográfico, conservado con esmero junto a Flaherty, es considerado un tesoro visual de las luchas sociales y los rostros del continente.
El Che, García Márquez y una revolución personal
Entre sus obras más reconocidas se encuentra la emblemática fotografía del “Che melancólico”, tomada en 1964 en La Habana durante el aniversario del triunfo de la revolución cubana. En ella, Ernesto “Che” Guevara aparece con el gesto tenso, introspectivo, fuera del escenario habitual del guerrillero, y convertido en ícono.
“Mi ingenua pretensión de fotografiar las gestas guerrilleras se esfumó con la muerte del comandante”, escribió Moya en su ensayo Fotografía documental y fotorreportaje, en referencia al asesinato del Che en Bolivia en 1967, hecho que lo llevó a abandonar el fotoperiodismo.
Otros de sus retratos célebres incluyen al escritor Gabriel García Márquez, capturado en 1966 poco antes de la publicación de Cien años de soledad, así como imágenes de Diego Rivera y del entonces presidente estadounidense John F. Kennedy.
Cronista visual de las luchas del continente
La cámara de Moya recorrió las revoluciones y movimientos armados en Cuba, Venezuela, Guatemala, la invasión estadounidense a República Dominicana, y los movimientos estudiantiles del 68. Su estilo, honesto y sin adornos, lo convirtió en un referente del fotoperiodismo con conciencia social.
Llegó a México a los dos años de edad, se naturalizó mexicano en 1955 y abandonó sus estudios de ingeniería en la UNAM para tomar la cámara como instrumento de denuncia y memoria. Tras su retiro del periodismo, fundó y dirigió durante 22 años la revista Técnica Pesquera.
En su etapa más literaria, ganó el Premio Nacional de Cuento del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBAL) con su obra Cuentos para leer junto al mar.
Reconocido por su país adoptivo
La Secretaría de Cultura, la UNAM, el INBAL y otras instituciones han expresado su duelo y reconocieron a Rodrigo Moya como una figura clave del fotoperiodismo latinoamericano, un artista que dejó testimonio de las heridas, luchas y esperanzas de América Latina a través del lente.