Kim Yong Nam, figura clave del régimen norcoreano y símbolo de la burocracia leal al poder de la familia Kim, murió el lunes a los 97 años por una falla multiorgánica, informó la Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA).

El líder Kim Jong Un acudió este martes a rendir homenaje ante su féretro, y el funeral se llevará a cabo el jueves, según la prensa estatal.

Kim Yong Nam fue presidente del Presidium de la Asamblea Popular Suprema entre 1998 y 2019, cargo equivalente al de jefe de Estado formal, aunque el poder real permaneció siempre en manos de la dinastía gobernante. Durante dos décadas, representó al país en actos oficiales y encuentros diplomáticos, donde era habitual verlo saludar a dignatarios extranjeros en nombre de Kim Jong Il y posteriormente de Kim Jong Un.

Con voz grave y dominio del discurso propagandístico, fue un rostro constante en la diplomacia norcoreana. En 2018 encabezó, junto a Kim Yo Jong, hermana del actual líder, la delegación que asistió a los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang, convirtiéndose en el funcionario de más alto rango en visitar Corea del Sur en años.

Su carrera política se extendió por más de medio siglo. Se unió al Partido de los Trabajadores tras la Guerra de Corea, sobrevivió a purgas internas, integró el Politburó desde 1978 y ocupó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores durante 15 años a partir de 1983. Su labor diplomática lo llevó a representar a Pyongyang en foros del Movimiento de Países No Alineados y otros espacios del llamado Tercer Mundo.

Educado en la Universidad Kim Il Sung y en la Universidad Estatal de Moscú, Kim Yong Nam mantuvo una fidelidad inquebrantable al linaje gobernante, participando en momentos clave de la sucesión política norcoreana, desde la muerte de Kim Il Sung en 1994 hasta la consolidación del poder de Kim Jong Un.

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