EFE / Más de 1.300 mujeres privadas de la libertad en 11 reclusorios (cáceles) de México recibieron una segunda oportunidad para reinsertarse en la sociedad y mejorar su calidad de vida, según el informe de la organización La Cana y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), presentado este miércoles.
El objetivo del programa ‘Conciencia y oportunidades para mujeres privadas de la libertad’ es promover la reinserción social de mujeres de 18 a 29 años, a través del desarrollo de habilidades laborales, bienestar emocional y buenas prácticas penitenciarias, expuso la directora de La Cana, Daniela Ancira.
“Creemos firmemente en las segundas oportunidades, y aunque enfrentamos muchos retos, las recompensas han sido mucho mayores”, comentó.
Chío, de 27 años, quien salió hace cuatro meses de prisión, donde estuvo recluida por defender su vida y la de su pareja de un ataque homofóbico, compartió que ahora está por terminar el bachillerato y quiere estudiar Derecho “para ayudar a otras personas”.
“La Cana me cambió la vida totalmente, porque sinceramente yo pensé que no iba a salir nunca”, expresó la joven que pudo visibilizar su caso en el pódcast ‘Penitencia’, lo que le ayudó a obtener su libertad.
Recordó que cuando llegó al penal estaba “muy mal, con golpes, triste” y todos la señalaban, excepto en los talleres de la organización que le ayudaron a adquirir habilidades, como la informática y la cerámica, pero sobre todo fortalecieron su salud mental y emocional.
“No hubo una sola persona que me señalara (…) la ONG me vio desde que llegué y hasta ahora no me han soltado”, contó sobre el apoyo emocional y psicológico que aún recibe de la organización.
Según el informe del programa, de las más de 1.300 mujeres impactadas, un 70 % mejoró sus habilidades laborales y un 71 % disminuyó síntomas de ansiedad.
Además, la organización ha logrado mantener una tasa de reincidencia en 3 %, cuando el promedio nacional es de 20 %.
“Nos hacían ver que valíamos como personas”
Cuando Liz salió de prisión hace poco más de un año, sus hijos estaban entrando en la adolescencia, lo que hizo que adaptarse y “empezar desde cero” fuera un desafío, compartió.
Sin embargo, logró conseguir un trabajo con el apoyo de la ONG, cuyos talleres le “ayudaron bastante a ver la vida de otra manera”, destacó.
“Pensé que no merecía una segunda oportunidad cuando llegué a prisión, pero en los talleres nos hacían ver que valíamos como personas, porque muchas veces ahí dentro sientes que no vales nada”, expresó.
Luego de tres años desde su implementación, el programa ha logrado expandirse a cinco estados del país, en los reclusorios Ecatepec Barrientos, Chalco, Nezahualcóyotl Bordo, Nezahualcóyotl Sur, Texcoco y Santiaguito, en el Estado de México; Santa Martha Acatitla y Tepepan, en la Ciudad de México, y en los penales de estados como Querétaro, Zacatecas y Coahuila.
Jene Thomas, director de USAID en México, celebró el impacto del proyecto y su “alta sostenibilidad” que ha permitido replicar el modelo bajo el liderazgo de las mujeres.
“Hoy en el país tenemos muchísimas mujeres, desde la sociedad civil hasta la primera mujer presidenta, que están mostrando cómo las mujeres pueden liderar proyectos de importancia”, resaltó.