En las ciudades cercanas a Valencia afectadas por las recientes inundaciones que causaron más de 200 muertes, el olor del lodo en descomposición ha generado preocupación por la salud de rescatistas y habitantes. Aunque los expertos no consideran tóxico el aire, el hedor ha provocado dolores de cabeza y mareos entre los vecinos, quienes han vuelto a usar mascarillas. Las autoridades sanitarias informaron de posibles infecciones, como la leptospirosis, en voluntarios que ayudaban en la limpieza, además de algunos casos de gastroenteritis.
La descomposición de materia orgánica, especialmente en productos perecederos atrapados en los escombros, ha intensificado los olores nauseabundos. Mientras tanto, los equipos de limpieza avanzan, y las autoridades regionales han solicitado medidas de control de mosquitos para prevenir brotes de enfermedades en las áreas con agua estancada.