Un mundo paralelo en el que ves la realidad filmada a través de unas cámaras exteriores. Vamos, que en lugar de ver directamente con tus propios ojos, un dispositivo sustituye la misma escena mediante una proyección: tu cerebro asume como real una escena que, en realidad, no lo es. ¿O sí? La llegada de las Apple Vision Pro —los californianos rehusan a emplear el término ‘realidad aumentada’ para referirse a esta tecnología—, va a popularizar su uso y con él, las primeras alarmas sobre su potencial impacto en nuestro cerebro.

“Pueden facilitar el aislamiento social”, alerta Joan Salvador Villalonga, psicólogo, quien advierte sobre las consecuencias de crear esta realidad paralela: “Si se utiliza para crear un entorno idealizado con el que nos alejamos de la realidad que no nos gusta, cada vez será más fácil ir a este entorno artificial y más difícil volver al real”. ¿A qué se refiere exactamente? Las gafas de realidad aumentada no son sino una extensión de las sensaciones que uno siente cuando interactúa con el teléfono móvil.

Una realidad inmersiva
El subidón de dopamina cuando una entrada en Instagram recibe muchos ‘likes’ te puede enfrascar en una sucesión de tránsito por la red que no tiene fin, o qué decir de TikTok, que uno sabe cuándo accede a esta red pero no cuándo se marcha, porque su “scroll infinito” te puede tener atrapado horas. De hecho, la Unión Europea quiere poner coto al scroll infinito para evitar la adicción entre los más jóvenes. Imagina este enfrascamiento ahora con unas gafas que te muestran todo el contenido ante tus ojos.

Los primeros vídeos que han circulado por las redes de propietarios de las Vision Pro haciendo aspavientos por la calle o en el metro —con el objeto de gestionar el menú virtual de la plataforma— han dibujado un escenario distópico. Un mundo paralelo de gente abobada y centrada en una realidad paralela reflejada ante sus propias retinas. Alguien podrá decir, “pero qué estás contando: las gafas muestran lo que tienes delante”. Sí, de acuerdo, pero no deja de ser una proyección y el mensaje que recibe el cerebro es que lo ve que, aunque es proyectado, debe asumirlo como real.

Los peligros de la realidad paralela
Villalonga lo tiene claro: “Si las gafas se utilizan para crear un entorno idealizado con el que nos alejamos de la realidad que no nos gusta, cada vez será más fácil ir a este entorno artificial y más difícil volver al real”. De hecho, Apple parece haber puesto la curita antes de que llegue la herida y su lista de advertencias sobre la posible afección en la salud del uso de las Vision Pro es muy extensa y detallada. ¿Qué potenciales afecciones contempla la compañía?

Si padeces del corazón o tienes convulsiones, deberías consultar a tu médico antes de usar las gafas.

Si estás embarazada, padeces de migraña, problemas de vista u oído, las Vision Pro pueden acelerar los síntomas.

Lo mismo sucede si padeces de alguna enfermedad mental.

Apple advierte que dejes de utilizar inmediatamente las gafas si tienes algún síntoma de salud.

Pero no sería justo atribuir únicamente a las Vision Pro, los problemas de salud: con las gafas de Meta, las Quest 3, sucede algo parecido. Tenemos que trasladarnos hasta las instrucciones, en un PDF (Mark, por favor, que estamos en 2024) para descubrir en la página 5, unas advertencias similares. De hecho, podemos leer literalmente:

“Algunas personas (aproximadamente 1 de cada 4000) pueden experimentar mareos intensos, convulsiones, espasmos oculares o musculares o desmayos provocados por ciertos destellos o patrones de luz”.

Ausentes y aislados
En cualquier caso, más allá de los potenciales problemas directos en la salud, el principal problema de una experiencia inmersiva es que puede ser un dinamitador del aislamiento.

Reconozco que me da muchísima rabia ir por la calle y tener que esquivar en la acera a cada vez más zombies tecleando en su móvil sin mirar lo que tienen delante. Y qué decir tiene del desolador panorama que nos encontramos en el metro, y cada vez con mayor frecuencia, en los restaurantes: todos ensimismados en la pantalla del móvil.

Villalonga advierte del potencial “aislamiento social” el uso de las gafas de realidad aumentada y que, en cualquier caso, “hay que recordar que la realidad tiende a imponerse y que, huir de ella, sólo funciona a muy corto plazo”.

Los de Cupertino tienen otra visión (perdón por el juego de palabras), en el segundo 36 de este anuncio, vislumbran un hogar bucólico en el que un padre juega con un balón con sus hijos mientras lleva puestas las gafas. Un escenario dantesco que querrán repetir esos hijos y que fomentará una realidad paralela, obviando la esencia del ser humano: la socialización y el contacto físico.

¿Fascinantes? Sin duda, ¿Un avance tecnológico sin precedentes? También, pero en algún momento tendremos que poner nosotros la barrera de lo que es y no es bueno para nuestro bienestar. Un paseo por la calle con los AirPods nos permite desconectar del ruido de la calle y observar a la gente o el paisaje urbano; una tablet nos ayuda a trasladar el ocio al sofá o a la cama y a dedicar un tiempo a la lectura. Pero un dispositivo que coloca una capa sobre la principal fuente de estímulos en el ser humano, la vista (y claro, el oído), lo aísla inevitablemente de su entorno y lo adentra en unos mares, cuando menos, inquietantes.

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