Por un día, los demócratas de Estados Unidos recuperaron la esperanza. Las victorias electorales obtenidas en estados como Nueva York, California, Georgia, Pensilvania y Virginia marcaron el primer gran respiro del partido tras la derrota sufrida el año pasado frente a los republicanos. Sin embargo, bajo la euforia persisten dudas sobre la dirección que tomará la estrategia rumbo a las elecciones de mitad de período de 2026.

Los resultados mostraron un posible retorno de grupos clave —jóvenes, votantes negros e hispanos— que hace un año se habían inclinado hacia el Partido Republicano de Donald Trump. Los demócratas, unificados bajo un mensaje centrado en el fracaso de Trump para frenar el alza en el costo de vida, parecen haber encontrado una narrativa efectiva.

Debate interno sobre el rumbo del partido

El triunfo electoral abrió un debate dentro del Partido Demócrata entre su ala progresista y la moderada. Mientras figuras como el senador Bernie Sanders celebraron el éxito del alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani —de tendencia socialista— como ejemplo a seguir, otros dirigentes apostaron por modelos más centristas.

Suzan Del Bene, responsable de la estrategia electoral de la Cámara de Representantes, destacó la victoria de las moderadas Abigail Spanberger y Mikie Sherrill en Virginia y Nueva Jersey. “El camino hacia la mayoría en la Cámara será a través de distritos competidos, no en bastiones demócratas”, dijo.

Por su parte, el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, consideró que la clave fue atender “las necesidades cotidianas de las personas” y aseguró que los votantes enviaron “un claro mensaje a Donald Trump de que rechazan su caos”.

Tensiones por Israel y el progresismo

A pesar de los festejos, surgieron tensiones por las posturas de Mamdani sobre el conflicto entre Israel y Palestina. Shapiro, una de las figuras judías más influyentes del partido, expresó preocupación por sus declaraciones y le pidió actuar como un “alcalde que proteja a todos los neoyorquinos”.

Desde el ala progresista, el estratega de Sanders, Faiz Shakir, advirtió que el partido no debe caer en “campañas prefabricadas que no dicen nada”, en alusión a los candidatos moderados. En contraste, el alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, llamó a evitar los extremos: “Lo opuesto al extremismo de Trump no es el extremo opuesto”.

Un éxito amplio y diverso

Los demócratas lograron triunfos en prácticamente todo el país. En Georgia, derrotaron a los republicanos en la Comisión de Servicios Públicos; en Pensilvania arrasaron en elecciones judiciales y condales, mientras que en Maine y Colorado se aprobaron medidas progresistas en materia electoral y fiscal. En California, los votantes avalaron la propuesta del gobernador Gavin Newsom que podría dar al partido hasta cinco escaños adicionales en el Congreso.

Las encuestas también revelaron un repunte del apoyo entre votantes no blancos. En Nueva Jersey y Virginia, Spanberger y Sherrill obtuvieron amplios márgenes entre afroamericanos, hispanos y asiáticos, compensando la pérdida de votos blancos.

Decisiones estratégicas rumbo al Senado

El éxito reciente no disipa el dilema sobre el rumbo del partido. En Maine, la contienda por el Senado enfrenta a la gobernadora Jan Mills, favorita del ala tradicional, contra el populista Graham Platner, respaldado por Sanders. Escenarios similares se perfilan en Massachusetts, Nueva York, Texas y Michigan.

Abdul El Sayed, candidato progresista por Michigan, sintetizó la frustración de las bases: “La gente está cansada de lo difícil que se ha vuelto vivir dignamente. No podemos seguir escuchando a quienes nos dijeron que todo iba bien en 2024”.

Las victorias recientes devolvieron confianza al Partido Demócrata, pero también reavivaron una vieja pregunta: ¿será el pragmatismo o la audacia progresista la que marque su futuro rumbo hacia 2026 y, eventualmente, hacia la Casa Blanca en 2028?

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