Por Carlos Silva, La lengua de Dante
Muchos políticos siguen sin entender aquello que realmente es del interés de las personas y se mantienen en la falsa creencia de que a los electores le importan la corrupción y otros males que tanto caracterizan a la tarea de hacer política y por ello se siguen en la línea de denunciar los excesos del actual gobierno, sin embargo, nada más alejado de la realidad.
A la gente no le importa que los políticos hagan de las suyas, porque la gente sabe que aunque digan y pregonen todo lo contrario, en realidad de trata de un cliché del que muchos han abusado desde hace mucho tiempo y ello se explica por la sola presencia de políticos que cuando recién comenzaban sus carreras e invocaban su origen humilde como una forma de mostrar que con ello se garantizaba la honestidad necesaria para tener un buen desempeño, con el paso del tiempo, convertidos en millonarios, ahora no encuentran la forma de explicar sus extraordinarias fortunas, habida cuenta de aquel supuesto origen modesto al que aludieron en un principio.
Pero no, a la gente no le importa la deshonestidad de los políticos, porque la corrupción es algo que dan por descontado, saben que ocurre en cualquiera de las opciones partidistas que interactúan en el espectro político mexicano, la gente ha asimilado que la política y los excesos, casi siempre van de la mano. Lo que realmente les molesta a los electores, es el cinismo de aquellos que habiendo tenido la oportunidad de trabajar o hacer algo por la gente, se dispusieron a trabajar solo para hacer crecer sus fortunas personales y luego, a pesar de los evidentes excesos, siguen tratando de hacer creer a la gente, que son honestos y que trabajan por la sociedad.
Un buen reflejo de esto lo ilustra el tipo de políticos que han terminado por aterrizar en las huestes de Morena, quienes luego de haber accedido a posiciones de poder que les permitieron hacer crecer sus fortunas, renegaron de los partidos que posibilitaron su ascenso renunciando a estos y se sometieron al proceso de redención que les ofrecía el líder máximo del movimiento, el único que hasta ahora cuenta con las facultades para exonerar al más pillo de los políticos siempre y cuando acepten sumarse a su movimiento.
Empero, más que la redención y la vuelta al buen camino, lo que buscan los pillos que han procurado contar con el cobijo del partido en el poder, es algo que se llama impunidad y luego de haberla obtenido, intentan seguir circulando en la política y es así como todos ganan, Morena, que ha nutrido sus filas con ex militantes de todos los partidos y los políticos pillos manteniendo sus patentes de corso que los habilitan para seguir haciendo de las suyas, solo que ahora, con la marca del momento, luego entonces ¿Qué los hace diferentes de aquello que comenzó a esbozarse apenas unas líneas atrás? Nada, al final, todos los integrantes de la clase política nacional son iguales.
Es claro, la gente detesta las marcas, como la del PRI y no han sido pocas las ocasiones en las que en el pasado reciente le han mostrado su repudio en las urnas, la gente detesta la marca, pero no las prácticas, es decir, a la gente le provoca repudio mucho de lo que otrora hicieron y, aunque d forma muy disminuida, sigue haciendo el PRI, pero en modo alguno le molesta a la gente que una vez que los priístas hayan dado el brinco a Morena, se mantengan las prácticas clientelares que se desarrollaron mientras el PRI estuvo vigente.
Hoy se llaman becas y no sé que tantos otros beneficios que se otorgan periódica y clientelarmente, sin intermediarios para no nutrir a liderazgos que no sean los de Morena. En esencia, a la gente no le preocupa que los políticos roben, lo que le molesta, es que no salpiquen y sí roban, pero mensualmente comparten migajas de lo que se están robando, la gente entonces, se muestra satisfecha y les corresponde con su voto, tal y como ha venido ocurriendo de unos años a la fecha.
Al final, de eso se trata esto, de atender lo que le realmente le preocupa a las personas y el nuevo régimen parece haberlo entendido a la perfección, en tanto que los partidos de oposición permanecen en la idea de seguir denunciando la corrupción de quienes hoy gobiernan, esa de la que indistintamente y en otros momentos, ellos mismos han sido parte. Mientras que a la gente, lo que realmente le preocupa, es que cada mes les caiga algo en las carteras, en las suyas, en las de sus hijos, de sus abuelos, de las madres solteras, de los jóvenes sin empleo y si en el camino, los políticos se pierden y roban, no importa mientras a ellos les sigan salpicando con eso que ahora llaman beneficios, la gente, el pueblo bueno, seguirán votando por ellos. Así las cosas.