Nueva York — ¿Qué lleva a una persona aparentemente común a convertirse en un asesino que paraliza una ciudad entera? Esa es la pregunta que impulsa Conversaciones con un asesino: Las cintas del Hijo de Sam, la más reciente docuserie de Joe Berlinger, disponible ya en Netflix.

El documental, dividido en tres episodios, desentierra audios inéditos de 1980 entre David Berkowitz —condenado por asesinar a seis personas e herir a otras siete en la década de 1970— y el periodista Jack Jones, grabados dentro del correccional de Attica. También incluye una nueva conversación telefónica entre Berkowitz, hoy de 72 años, y el propio Berlinger.

“David Berkowitz no buscaba intimidad con sus víctimas, como otros asesinos seriales. Él solo quería expresar su rabia. Lo veo más cercano a los tiradores escolares de hoy que a alguien como Ted Bundy o Jeffrey Dahmer”, reflexiona el director nominado al Óscar.

El terror del .44 y el origen del monstruo

Apodado “El Hijo de Sam”, Berkowitz utilizó un revólver calibre .44 para matar a personas al azar, mayormente mujeres jóvenes, generando pánico en Nueva York durante 1976 y 1977. Se burlaba de la policía con cartas en las que decía actuar bajo órdenes de un perro poseído por el demonio.

Fue arrestado el 10 de agosto de 1977, lo que provocó un frenesí mediático sin precedentes. “Se vendieron más periódicos con su captura que con el asesinato de Kennedy”, asegura Berlinger.

El documental también desmiente teorías conspirativas que han circulado durante décadas sobre la posibilidad de que Berkowitz actuara como parte de una secta satánica.

“No hay ninguna prueba forense que respalde eso. Los asesinatos cesaron tras su detención”, señala el director.

Salud mental, soledad y el peligro de no pedir ayuda

Berkowitz fue criado por una familia judía adoptiva en el Bronx. Tras la muerte de su madre adoptiva y un paso por el ejército, comenzó a mostrar síntomas de esquizofrenia paranoide. Aun así, Berlinger rechaza explicaciones simples.

“Tuvo una buena infancia. A veces el dolor no viene de afuera, sino de la desconexión interior. Berkowitz estaba profundamente alienado”, explica el director.

La docuserie culmina con una escalofriante reflexión de Berkowitz, dirigida a su yo más joven:

“Corre. Busca ayuda. Podría haber hablado con mi padre”, le dice al teléfono.

Ese comentario, afirma Berlinger, resuena con la actual crisis de salud mental, especialmente entre hombres jóvenes que viven con rabia, frustración o aislamiento.

“Hoy vemos esa misma desconexión en muchos jóvenes. No es raro. Y si no se atiende, puede escalar”, advierte.

Una historia con víctimas reales

Berlinger insiste en que cualquier serie de crimen real debe incluir la voz de las víctimas. En este caso, varios sobrevivientes y familiares participan y comparten cómo la violencia de Berkowitz truncó sus vidas para siempre.

Además, el director revela que parte de su decisión de contactar a Berkowitz fue para preguntarle sobre su posible conexión con el caso de Wendy Savino, recientemente identificada como su primera víctima. Berkowitz no lo confirmó ni lo negó.

Hoy, el asesino se dice “cristiano renacido” y arrepentido, aunque su sinceridad sigue siendo objeto de debate. Lo cierto es que su historia, reconstruida en esta docuserie, es un espejo incómodo de una sociedad que aún no sabe qué hacer con la rabia silenciada.


Si estás sintiendo ira, aislamiento o desesperanza, pide ayuda. Antes de que sea tarde. Esa es la advertencia que dejó el Hijo de Sam. Y que no debemos ignorar.

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