En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha demostrado una mejora constante y acelerada en diversas áreas, superando las capacidades humanas en matemáticas, codificación y diagnóstico médico, entre otras disciplinas. Este progreso plantea la posibilidad de que, en un futuro cercano, las empresas de tecnología anuncien la creación de una Inteligencia Artificial General (AGI, por sus siglas en inglés), un sistema de IA capaz de realizar casi todas las tareas cognitivas que un ser humano puede desempeñar.

Según diversas voces dentro de la industria, este gran hito podría alcanzarse entre 2026 y 2027, aunque algunos expertos advierten que podría suceder incluso antes. Este anuncio, cuando ocurra, probablemente provocará intensos debates sobre la definición exacta de AGI y si una tecnología particular cumple con los criterios para ser considerada como tal. Sin embargo, la cuestión esencial va más allá de las etiquetas: la humanidad podría estar al borde de perder su monopolio sobre la inteligencia.

Las implicaciones de este avance son profundas. Una IA potente podría generar billones de dólares en valor económico y alterar el equilibrio de poder a nivel mundial. Gobiernos y corporaciones ya han tomado nota de esta situación, invirtiendo sumas colosales en el desarrollo de tecnologías de IA con la esperanza de liderar esta revolución. Sin embargo, pese al enorme interés y la inversión en IA, la mayoría de los gobiernos y las instituciones carecen de planes realistas para mitigar los riesgos o maximizar los beneficios de estos sistemas.

Mientras algunos escépticos descartan la AGI como una quimera tecnológica, los principales investigadores y desarrolladores de IA, incluidos ejecutivos de OpenAI, Google DeepMind y Anthropic, insisten en que el gran cambio está cerca. Sam Altman, CEO de OpenAI, ha señalado que los sistemas que apuntan a la AGI ya son visibles. Demis Hassabis, de Google DeepMind, estima que podría surgir en tres a cinco años, mientras que Dario Amodei, de Anthropic, cree que en uno o dos años podríamos tener sistemas de IA mucho más inteligentes que los humanos en casi todo.

El progreso es innegable. En apenas un par de años, los modelos de IA han mejorado su capacidad de razonamiento y redujeron errores, alcanzando niveles de competencia impresionantes en tareas complejas. Empresas emergentes ya utilizan la IA para escribir la mayor parte de su código, un cambio que habría sido impensable hace solo un año.

Ante este panorama, la preparación es clave. Modernizar la infraestructura energética, fortalecer la ciberseguridad, agilizar la aprobación de medicamentos generados por IA y capacitar a la población en el uso de estas herramientas son pasos necesarios, independientemente de cuándo llegue la AGI. Sin embargo, la inacción podría llevarnos a repetir errores del pasado, como sucedió con el impacto de las redes sociales, cuyas consecuencias no fueron evidentes hasta que se volvieron incontrolables.

La discusión sobre la AGI ya no es solo una cuestión de ciencia ficción. La evidencia sugiere que podríamos estar a las puertas de una transformación tecnológica sin precedentes. Ignorar esta posibilidad podría dejarnos en desventaja ante una de las revoluciones más importantes de la historia humana.

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