Con la silla de San Pedro vacante, el mundo católico observa con atención el movimiento dentro del Vaticano. En una época marcada por la secularización y la pérdida de fieles, el próximo líder de la Iglesia Católica tendrá la difícil tarea de reconectar con nuevas generaciones y dar continuidad —o un giro— al legado del papa Francisco.

La elección del nuevo Sumo Pontífice recae en el Colegio Cardenalicio, la institución de mayor jerarquía dentro de la Iglesia. Todos los cardenales menores de 80 años serán llamados a Roma para participar en el Cónclave, un proceso reservado, sin contacto con el exterior, en el que a través del voto secreto se elige al nuevo papa. Este proceso inicia hasta 15 días después de que la sede queda vacante, aunque puede adelantarse si todos los cardenales ya se encuentran en Roma.

¿Quién podría ser el próximo papa?

En el panorama actual destacan varios nombres, cada uno con visiones y trayectorias distintas que perfilan los posibles caminos de la Iglesia en los próximos años.

Matteo Maria Zuppi (Italia, 69 años)

Arzobispo de Bolonia. Figura progresista, afín al legado de Francisco. Apoya el celibato opcional, el enfoque sinodal y ha permitido bendiciones a parejas del mismo sexo en su arquidiócesis.

Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años)

Prefecto para la Evangelización de los Pueblos. Con un perfil pastoral, es considerado cercano en estilo y visión a Bergoglio. Conservador en temas como aborto y eutanasia, pero con posturas menos claras en otros temas sociales.

Pietro Parolin (Italia, 70 años)

Secretario de Estado del Vaticano. Diplomático con amplia experiencia, incluyendo su paso por México. Su falta de trabajo pastoral podría jugar en su contra. Abierto al debate sobre celibato y bendiciones a parejas homosexuales.

Péter Erdő (Hungría, 72 años)

Arzobispo de Budapest. De línea conservadora, rechaza el reconocimiento a uniones homosexuales y sostiene posturas firmes sobre la comunión a divorciados vueltos a casar.

Jean-Marc Aveline (Francia, 66 años)

Arzobispo de Marsella. Se ha centrado en temas de migración y diálogo interreligioso. Se mantiene discreto sobre asuntos controversiales como el celibato o el papel de la mujer en la Iglesia.

Gerald Lacroix (Canadá, 67 años)

Arzobispo de Québec. Cercano a la tecnología y redes sociales. Enfrentó una denuncia de abuso desestimada por el Vaticano por falta de pruebas.

Jean Claude Hollerich (Luxemburgo, 66 años)

Arzobispo de Luxemburgo. Declaradamente progresista. Aboga por el celibato opcional y la inclusión de personas LGBT+ dentro de la vida eclesial.

Robert Francis Prevost (EE.UU., 69 años)

Prefecto del Dicasterio para los Obispos. Con experiencia en América Latina, es visto como una pieza del impulso reformista de Francisco. Ha sido señalado por presunto encubrimiento de abusos, sin pruebas concluyentes.

Cristophe Pierre (Francia, 79 años)

Nuncio en EE.UU. Enfocado en la evangelización del mundo moderno. Aunque es cardenal, no podría votar en el Cónclave por su edad, pero su influencia no es menor.

Cristóbal López (España-Paraguay, 72 años)

Arzobispo de Rabat. Con experiencia en el mundo islámico y América Latina, apoya el debate sobre el celibato y la ordenación de hombres casados.

Pablo Virgilio David (Filipinas, 65 años)

Obispo de Kalookan. Experto en Biblia. Ha expresado abiertamente su deseo de ver un liderazgo espiritual, pastoral y profundamente arraigado en las comunidades del sur global.

Odilio Pedro Scherer (Brasil, 76 años)

Arzobispo de São Paulo. Figura mediática con fuerte presencia en redes. Conservador en temas como la identidad sexual, con firme defensa del orden tradicional.

Robert Sarah (Guinea, 79 años)

Prefecto Emérito, cercano a posturas ortodoxas. Firme defensor del celibato, crítico del islamismo y de los cambios doctrinales modernos. Aunque su edad lo excluye del voto en el próximo Cónclave (cumple 80 en junio de 2025), su peso ideológico sigue vigente.


Un nuevo rumbo para la Iglesia

Más allá del perfil que resulte elegido, el próximo papa enfrentará el desafío de liderar una institución en transformación. Las tensiones entre la tradición y la apertura, la urgencia de acercarse a los jóvenes y las nuevas formas de familia, y la necesidad de responder con firmeza ante los casos de abuso marcarán la agenda del nuevo Pontífice.

La Iglesia se encuentra en un punto de inflexión. Y el mundo está atento.

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