A cien años de la publicación que dio origen a la física cuántica, esta disciplina continúa revolucionando la ciencia, la tecnología y hasta la política internacional. El físico e historiador español José Manuel Sánchez Ron la define como “uno de los grandes monumentos de la historia de la humanidad”.
El inicio de esta revolución se remonta a 1925, cuando el joven alemán Werner Heisenberg, con apenas 23 años, presentó un artículo en la revista Zeitschrift für Physik que proponía una nueva forma de entender el comportamiento de los electrones. Aquella formulación se convirtió en la primera versión sólida de la mecánica cuántica.
La teoría no solo cambió la física, sino también la vida cotidiana. De ella se derivan avances en medicina, telecomunicaciones, seguridad nacional y, en su lado oscuro, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
“Cambió cómo vivimos, cómo trabajamos, cómo nos relacionamos y nos comunicamos”, afirmó Sánchez Ron en entrevista con BBC Mundo.
La influencia de Heisenberg coincidió con debates intelectuales de alto calibre. Su propuesta rompió con el modelo atómico clásico y lo enfrentó a figuras como Albert Einstein, quien rechazó la idea de un mundo gobernado por la incertidumbre. El choque entre ambos culminó en el histórico Congreso Solvay de 1927, donde se discutió si “Dios juega a los dados” con el universo.
Un siglo después, la física cuántica sigue expandiéndose con aplicaciones como las computadoras cuánticas, aunque enfrenta retos importantes. La brecha de género es uno de ellos: según la Unesco, el 79% de las empresas del sector carece de mujeres en puestos de liderazgo. También preocupa la desigualdad entre países del norte y del sur, ya que solo un puñado ha desarrollado estrategias concretas para impulsar esta tecnología.
Por su impacto, la Unesco declaró 2025 como el Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuánticas, con actividades en todo el mundo.
Y aunque, como decía Richard Feynman, “nadie entiende la mecánica cuántica”, lo cierto es que sus efectos en la vida moderna son innegables y parecen apenas comenzar.