El secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., instruyó directamente a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) a modificar su guía pública sobre vacunas y autismo, según confirmó él mismo al New York Times. El cambio, publicado el miércoles, sorprendió a personal actual y pasado del organismo, pues contradice décadas de consenso científico.
La nueva versión del sitio de los CDC sostiene que la afirmación “las vacunas no causan autismo” no se basa en evidencia concluyente y sugiere que estudios que apuntan a un posible vínculo habrían sido ignorados. La comunidad científica reaccionó de inmediato. La Autism Science Foundation señaló que ningún factor ambiental ha sido más estudiado que las vacunas y que la conclusión es uniforme: no existe relación causal.
Kennedy, figura central del movimiento antivacunas, reconoció la existencia de estudios que descartan vínculos con el timerosal o con la vacuna triple viral, pero insistió en que persisten “vacíos” y una supuesta necesidad de mayor investigación. Durante su confirmación en el Senado, había prometido al senador republicano Bill Cassidy que mantendría sin modificaciones la afirmación de que las vacunas no causan autismo. La frase permanece en el sitio, pero acompañada de un aviso que explica que se conserva únicamente por ese acuerdo.
Cassidy criticó la actualización y defendió la evidencia acumulada: las vacunas infantiles —sarampión, polio, hepatitis B— son seguras, eficaces y no provocan autismo. “Cualquier declaración contraria es incorrecta e irresponsable”, publicó.
El cambio ocurre en paralelo a otras acciones de Kennedy que han generado alarma en la comunidad médica: retiro de 500 millones de dólares destinados al desarrollo de vacunas, destitución completa del comité asesor federal en la materia, anuncio de reformas al programa de compensación por lesiones vacunales y el despido de la directora de los CDC, Susan Monarez, tras discrepancias en política de inmunización.
El Dr. Sean O’Leary, de la Academia Estadounidense de Pediatría, calificó la actualización del sitio como “perpetuación de una mentira” y advirtió que ya no se puede confiar en la información sanitaria emitida por el gobierno federal bajo la gestión de Kennedy.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos no respondió a las solicitudes de comentario realizadas esta semana.






