El escritor mexicano Julián Herbert se sumerge en su nuevo libro, ‘Overol. Apuntes sobre narrativa mexicana reciente’, en un análisis de la literatura contemporánea nacional tocando temas como la violencia y las generaciones que cruzan los límites de la ficción, algo que “siempre está resonando atrás el crítico”, dijo en una entrevista con EFE.
“Descubrí en el proceso de escribir este libro que la crítica me gusta, me entretiene, pero llegó un momento en que me di cuenta de que terminaba un poco de mal humor(…) Hay cosas que tienes que encontrar la manera de decir lo más precisas posible, donde es muy importante, por ejemplo, si voy a decir algo que puede ser irónico, no ser hiriente”, compartió Herbert.
En tiempos tan acelerados por lo digital, el autor destacó la importancia de volver a la crítica literaria.
“Lo que hacen los medios digitales es que nos dan información(…) y la información es lo opuesto a la narración, porque la narración es lenta y lejana, y la información es rápida y cercana. Lo que es lento y lejano, de pronto, parece un poco extraño, y esa extrañeza me gusta”, apuntó.
Herbert consideró que la crítica, además de análisis “es también un fenómeno narrativo”.
“No solo es hablar de novelas o hacer crítica, sino que construyes una forma de narrar que, en sí misma, es el proceso de leer”, dijo el también poeta.
Lo no dicho de la violencia en la ficción
El libro también sirve como puente entre distintas generaciones de escritores, al analizar cómo es que autores como Cristina Rivera Garza y Emiliano Monge dialogan con figuras como José Revueltas, explorando temas como la violencia y la memoria desde nuevas perspectivas.
“Para mí hay dos cosas que han ido abordándose, cada una por su cuenta. Una es el aspecto neurobiológico, mental, como la experiencia emocional y mental de una sociedad violenta, y también de muchos otros temas relacionados con la violencia”, señaló el escritor.
“Y del otro lado, el aspecto social: el ámbito de los reportajes, lo periodístico, incluso lo histórico, pero he visto cómo en comunidad a veces cuando nos acercamos a la literatura hay como estas poéticas cognitivas que están muy preocupadas por los procesos mentales, y en el otro extremo las que están preocupadas por los procesos sociales”, agregó.
La movilidad como capital narrativo
Buscando hacer de la crítica un camino menos amargo, la compilación de obras que hace Herbert en este libro es caprichosa, una ilación que, además de la proximidad física, une las temáticas, lo que el escritor compara con la búsqueda del peyote.
“No lo encuentras hasta que ves uno y luego aparecen todos por todos lados”, ironizó.
Por ejemplo, señaló que un taxi no es solo un vehículo que transporta personas, sino también una imagen cargada de significado que, tanto en los libros más clásicos como en los actuales, “tiene un contenido de muchas voces, muchas capas sociales, muchos tipos de historias”.
“Este espacio confinado, donde convergen las historias de pasajeros y conductores, se convierte en un reflejo de la movilidad tanto física como simbólica”, argumentó.