El Parlamento Juvenil funcionó como un laboratorio cívico: los jóvenes fueron el motor y el Congreso, el taller donde aprendieron a fabricar leyes. El diputado Homero Barrera McDonald abrió ese espacio como un foro para transformar inquietudes en propuestas, igual que un puente que convierte el pensamiento en acción. Durante las sesiones, los participantes debatieron y diseñaron iniciativas, entendiendo el proceso legislativo como un mapa que guía las ideas hasta convertirse en normas que respondan a las necesidades reales de Querétaro.

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