Científicos de la Carnegie Institution for Science identificaron señales químicas de vida en rocas terrestres de 3,300 millones de años mediante pirólisis acoplada a cromatografía de gases y espectrometría de masas, combinada con modelos de inteligencia artificial entrenados con más de 400 muestras biológicas y no biológicas. El sistema alcanzó una precisión del 98 % al distinguir material con origen vivo.
El análisis también reveló indicios de producción de oxígeno por fotosíntesis hace 2,500 millones de años, anticipando este proceso en 800 millones de años respecto a estimaciones previas. Los investigadores describen los patrones químicos detectados como “ecos” de vida antigua, imposibles de reconstruir con moléculas originales ya destruidas.
El método duplica el límite temporal en el que era posible identificar actividad biológica, antes restringido a rocas de hasta 1,700 millones de años. La técnica ofrece una alternativa a los microfósiles, cuyo origen suele ser escaso o disputado, y abre una ruta para estudiar materiales de Marte o lunas como Europa.






