Una fina capa de niebla tóxica se apoderó este martes de la ciudad india de Nueva Delhi, que a primera hora registró una calidad del aire “muy pobre” a tan solo dos días de Diwali, la mayor festividad hindú y que cada año se celebra con el lanzamiento de petardos y fuegos artificiales, elevando peligrosamente los índices de contaminación.
El índice de calidad del aire (ICA) de la capital india se situó hoy en 317 a las 07:00 hora local (1:30 GMT), según datos de la Junta Central de Control de la Contaminación (CPCB), un valor considerado “muy pobre” y que rebasa 20 veces el límite diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estos niveles ubicaron a Nueva Delhi como la segunda ciudad más contaminada del mundo, detrás de Lahore, en Pakistán, que según datos de IQAir, un grupo suizo especializado en la medición de la calidad del aire, alcanzó un índice cercano a las 400 unidades a primera hora de este martes.
Para mitigar la contaminación, que comenzó a aumentar significativamente y ser visible en las calles la semana pasada, las autoridades de la capital india han puesto en marcha medidas correctivas como barrer y limpiar con agua las carreteras para controlar la dispersión del polvo e incluir recomendaciones a la población en los medios de comunicación.
Los niveles de contaminación del aire suelen aumentar en esta época del año, coincidiendo con el descenso de las temperaturas y el celebre ‘festival de las luces’ de Diwali, que marca el comienzo de un año nuevo hindú.
Además de ser celebrado con cánticos tradicionales en las calles y enormes mantos de luces que decoran las fachadas de las casas, es habitual el lanzamiento masivo de petardos y fuegos artificiales, que suelen disparar los medidores de contaminación por encima de sus niveles máximos.
Las autoridades capitalinas prohibieron el pasado septiembre la producción, la venta y el uso de la pirotecnia hasta 2025 para tratar de controlar la contaminación, a la que también contribuye notablemente las emisiones contaminantes de los vehículos, el polvo de la construcción y la quema de rastrojos en las zonas rurales aledañas a la capital.