Con espigas de trigo en la mano y estampitas pegadas al pecho, cientos de fieles hicieron fila desde la madrugada del jueves frente al santuario de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers. Bajo el frío invernal, buscaban lo que el santo católico del trabajo ha simbolizado durante generaciones: pan, empleo y esperanza.

La procesión del 7 de agosto, encabezada por el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, resonó este año con un mensaje directo: “El pan no se le niega a nadie, el trabajo no se mendiga”. El prelado pidió “reconocer, acompañar y proteger” todas las formas de empleo, desde la economía formal hasta las changas, en un contexto en que la desocupación se ha convertido en la principal preocupación de los argentinos.

El temor a perder el trabajo ha superado incluso a la inflación, según el relevamiento “Latam Pulse” de Atlas Intel. Y no es para menos: la tasa de desempleo llegó al 7,9 % en el primer trimestre, la más alta desde 2021. Sectores como el textil, la indumentaria y el calzado han perdido más de 10 mil empleos este año, golpeados por la caída de ventas y la apertura de importaciones.

“El culpable es el presidente”, lanzó sin rodeos Mabel Carroza, empleada doméstica que gana 40 dólares semanales y no logra cubrir sus gastos. A su lado, una camioneta del Movimiento de Trabajadores Excluidos exhibía prendas confeccionadas en cooperativa y una bandera con la consigna: “No a las importaciones textiles”.

Aun con el desgaste social que provoca el plan de ajuste, Javier Milei mantiene altos niveles de aprobación, según las encuestas. La verdadera prueba llegará el 26 de octubre, cuando los argentinos acudan a las urnas para renovar el Congreso y el presidente ultraliberal busque ampliar su poder legislativo.

Entre la fe y la necesidad, Fernando García, dueño de un quiosco en una barriada humilde, confesó que su negocio sobrevive gracias a un mayor consumo de cigarrillos y alcohol. “Cuando la gente está mal se vuelca a los vicios”, dijo, mientras, a pocos metros, otros devotos apoyaban sus manos sobre el vidrio que protege la imagen de San Cayetano, pidiendo que el próximo milagro sea tener trabajo.

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