Su celebración, año con año, hasta alcanzar el cuarto de siglo, ha provocado que fotógrafos, especialistas, historiadores, archivistas, fototecarios, curadores, galeristas, estudiantes y amantes de la imagen esperen con fervor, casi religioso, el Encuentro Nacional de Fototecas (ENF), cónclave que impulsa el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para vislumbrar nuevos futuros y posibilidades en estos ámbitos, desde la conversación y la imaginación.

Por primera vez, el 25 ENF se realizó en la Ciudad de México, este 12 de julio de 2024, en el Museo Nacional de Antropología, donde con la representación de la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero, la directora del Centro de la Imagen, Johan Trujillo Argüelles, manifestó que ya es una tradición arrancar este programa con la entrega de la Medalla al Mérito Fotográfico, la cual distingue las diversas formas de pensar la fotografía y a distintas generaciones.

Así lo demuestra la distinción a Flor Garduño, “una apasionada de la belleza”, quien expuso más de un centenar de sus capturas en la muestra Senderos de vida, en el Museo del Palacio de Bellas Artes; y a Gerardo Montiel Klint, creador de un imaginario visual que hurga en el inconsciente.

Este último se mostró honrado de recibir un galardón que entraña el reconocimiento a todo un gremio, que va de investigadores y creadores, a impresores y archivistas, por lo que él se considera un eslabón más de un gran andamiaje, que el Sistema Nacional de Fototecas (Sinafo) y la Fototeca Nacional del INAH han hecho funcionar a la perfección durante 25 años.

A nombre del director general del INAH, Diego Prieto Hernández, el secretario técnico de la institución, José Luis Perea González, enfatizó la importancia que para esta tiene el que nuevas generaciones de ciudadanos se acerquen a la fotografía, para que reconozcan sus cualidades documentales y artísticas.

“La sensibilización es vital para que la disciplina sea reconocida como patrimonio visual de nuestro país. Por ello, el instituto fomenta la participación activa de diversos públicos en la preservación y difusión de este legado.

“En ese sentido, la Fototeca Nacional es un centro medular en la preservación del patrimonio fotográfico de México, encargado de custodiar y conservar más de 1 millón 200 mil piezas, las cuales abarcan de mediados del siglo XIX a la actualidad, y son reflejo de nuestra historia”, expresó.

Por su parte, la coordinadora nacional de Difusión del INAH, Beatriz Quintanar Hinojosa, reconoció la dirección de Juan Carlos Valdez Marín al frente del Sinafo y de la Fototeca Nacional, “instituciones insignia en el impulso al reconocimiento y prestigio del hecho fotográfico, como una actividad de suma relevancia para la cultura, el testimonio y la memoria colectiva en México”.

Desde ambas instancias, dijo, se organiza el Encuentro Nacional de Fototecas, que se ha convertido en la plataforma más relevante para todo lo relacionado con la preservación, investigación y divulgación de la fotografía.

“Gracias al Sinafo, hemos desarrollado estrategias para la preservación y difusión del patrimonio fotográfico bajo resguardo del INAH, como la digitalización permanente de colecciones y la creación de exposiciones itinerantes, así como la catalogación e integración de bases de datos que posibilitan el acceso a estos acervos de manera gratuita y en línea”, abundó.

“En este espacio podemos reflexionar sobre los desafíos que enfrentamos, e incidir en la formación de nuevos públicos, fortaleciendo el vínculo entre la creación artística y el acompañamiento del devenir de una sociedad”, finalizó la antropóloga.

Al dictar la conferencia inaugural del ENF, Gerardo Montiel dio argumentos al público para convencer que “la mejor máquina del tiempo que existe es la fotografía. Con ella se pueden retratar unicornios, satélites, el virus de la COVID-19, a la persona amada, y es mil veces mejor que la TARDIS, la nave espacio-temporal de Doctor Who.

“Sabemos que la fotografía siempre ha mentido. No creo en la verdad fotográfica, pero sí que debemos tener consciencia de los movimientos y estafetas ideológicas que cruzan su historia.

“En la fotografía también solemos pensar que el pasado fue mejor, aunque para mí lo es el presente. Eso es lo más emocionante […] Tenemos por soñar nuevas utopías con que traspasar las fronteras de la banalidad cotidiana, ser capaces de partir hacia lo inaudito. El inconsciente ya nada tiene que ver con personas y objetos, sino con trayectos y devenires. Toda obra de arte está compuesta por una pluralidad de trayectos que solo son legibles, coexistiendo en el mapa”, concluyó.

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