EFE / El ministro de Exteriores del Vaticano, Paul Richard Gallagher, destacó este jueves el papel de la Iglesia católica y de la diplomacia de la Santa Sede en la promoción de los “derechos y libertades”, así como de la “comunicación abierta con el otro” para “construir puentes”.
Durante el acto central por el 90.º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre La Habana y el Vaticano, celebrado en el Palacio de la Revolución, Gallagher subrayó también la relevancia del “diálogo” como herramienta “eficaz para la resolución de conflictos”.
“La Santa Sede no puede dejar de promover tanto los derechos y libertades como su fundamento en la dimensión trascendente del ser humano”, afirmó el arzobispo en presencia del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y del canciller de la isla, Bruno Rodríguez.
Por su parte, Rodríguez resaltó el “diálogo respetuoso, ético y constructivo” que ha caracterizado los vínculos entre Cuba y el Vaticano.
La visita de Gallagher, programada con semanas de antelación, se convirtió en su primera al país desde la entronización del papa León XIV. Además, sirvió para conmemorar las nueve décadas de relaciones diplomáticas bilaterales.
Los vínculos entre Cuba y la Santa Sede han experimentado una evolución significativa en las últimas décadas: de la confrontación tras el triunfo de la revolución en 1959 al entendimiento actual, favorecido por distintos liderazgos en ambas partes.
Entre 1959 y 1992, Cuba fue formalmente un Estado ateo. Sin embargo, es uno de los pocos países que ha recibido a los últimos tres papas: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
Particularmente destacado fue el papel de este último en el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos en 2014, en lo que se conoció como el “deshielo”: un breve pero esperanzador período para la isla, no solo en lo económico.
Asimismo, el Vaticano intervino durante los últimos días de la presidencia de Joe Biden, mediando para que Washington retirara a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, mientras La Habana liberaba a 553 presos.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca truncó ese acercamiento, devolviendo a Cuba a esa “lista negra”, con severas consecuencias económicas y financieras para un país sumido en una crisis profunda y multifacética.
A lo largo de los años, la Santa Sede también ha facilitado varias excarcelaciones en la isla, algunas con hasta 3.000 beneficiarios, aunque muchos de ellos eran reclusos comunes y no presos políticos.