El martes 29 de abril de 2025, en el Museo Nacional de Antropología, quedará constituido el Fondo Alejandro Villalobos. El destacado arquitecto y arqueólogo donará su acervo personal, así como los de tres grandes investigadores de la arquitectura prehispánica: Ignacio Marquina Barredo (1888-1981), George F. Andrews (1918-2000) y Paul Gendrop Francotte (1931-1987).
Las colecciones quedarán bajo resguardo del Archivo Nacional de Arqueología (ANA), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), órgano de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.
En el marco de la entrega del fondo, se hará un reconocimiento, en el Auditorio Fray Bernardino de Sahagún, a las 10:00 horas, a la trayectoria de José Alejandro Villalobos Pérez (Ciudad de México, 1959), cuya labor, comprometida con la transdisciplina, ha favorecido la conservación del patrimonio cultural de nuestro país.
“Un día, el arqueólogo Mario Pérez Campa, me dijo: “No te alcanzarán dos vidas para estudiar esto”. Es el momento en que el trabajo de mis maestros, que he tenido el privilegio y el honor de preservar, fluya, para llegar a los confines de la construcción de conocimiento”, expresa Villalobos quien, al igual que esos destacados referentes, decidió entreverar los caminos de la arquitectura y la arqueología.
“He planteado que, lo que para una disciplina es espacio, para la otra es sitio. Lo que para una es edificio, para la otra es artefacto. Lo que para una es procedimiento de construcción, para la otra es técnica de manufactura. Entonces, llegamos a un paradigma: el objeto arquitectónico es objeto arqueológico”, dice.
Asimismo, durante el reconocimiento al también maestro en Restauración de Monumentos y doctor en Arquitectura, se inaugurará una exposición con 70 dibujos reconstructivos en acuarela, de los núcleos de antiguas urbes, como Teotihuacan y Palenque, realizados por Ignacio Marquina, quien fuera el segundo director general del INAH (1947-1956) y presidente de la Comisión de Planeación e Instalación del Nuevo Museo Nacional de Antropología (1962).
Alejandro Villalobos señala que tales obras se mostraron, por primera vez, en 1988, en el centenario del natalicio de Marquina, en el Museo Nacional de Arquitectura del Palacio de Bellas Artes; y después en 2002, en el Centro de Estudios Teotihuacanos, de esa zona arqueológica.
Los 70 cuadros, además de 16 carpetas y seis portaplanos, que incluyen invaluables documentos de Ignacio Marquina, como su título de arquitecto, por la entonces Academia de Bellas Artes de San Carlos (1913), y el honoris causa que le otorgó la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1951, ahora se integran al ANA.
De George F. Andrews, quien aportó la definición de los estilos arquitectónicos del Puuc maya y, publicó obras compilatorias como Pyramids and Palaces, Monsters and Masks y The Golden Age of Maya Architecture, se afilian 14 carpetas. Mientras que de Paul Gendrop, estudioso del arte constructivo del mundo mesoamericano, se suman seis portaplanos y 13 cajas.
En opinión de Alejandro Villalobos, profesor-investigador de la Facultad de Arquitectura (FA) de la UNAM, y exdirector de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), de la que también fue docente, “todos estos materiales tendrán que ocupar un lugar en las vidas de quienes quieran investigar asuntos de los espacios habitables de las sociedades extintas”.
Él los ha estudiado por más de 40 años, mediante investigaciones y reflexiones que, en su momento, no fueron debidamente comprendidas, empezando por su tesis de licenciatura para la FA, Arquitectura mexica: Diversos acercamientos a la ubicación del arquitecto en el marco de la sociedad tenochca, lo que describe “un primer intento de conciliar ambas disciplinas. Por un lado, la arqueología, de fuente etnohistórica y, por el otro, la arquitectura, como una fase empírica de construcción de hipótesis analógicas, observacionales”.
Sus demás tesis, un Glosario ilustrado sobre urbanismo, arquitectura y conservación arqueológica (con la que obtuvo el título de arqueólogo por la ENAH), Arquitectura maya. Conservación arquitectónica prehispánica (para el grado de maestro en Arquitectura), y la doctoral: Urbanismo y arquitectura mesoamericana, han planteado, a contratiempo y contracorriente, con modelos metodológicos, una visión integral de lo puede hacerse en materia de protección del patrimonio.
Todas estas investigaciones fueron pensadas para ser útiles a esta materia, lo cual explica que hayan sido traducidas a varios idiomas, en formato de libros. Su intención principal es que “hablar de ese recurso intelectual que es la arquitectura prehispánica, más allá de timbre de identidad, constituya esa posibilidad de considerarnos mexicanos de primera, y no ciudadanos globales de octava”, finaliza.