La Secretaría de Salud (SESA) del estado de Querétaro, se suma a la conmemoración del Día Mundial del Bienestar Mental para Adolescentes cada 2 de marzo desde el 2020 con el objetivo de sensibilizar a la población acerca de los problemas de salud mental que afronta en esta etapa de la vida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) comunica que la adolescencia es una época única y formativa, y que los cambios físicos, emocionales y sociales que se producen en este periodo, pueden hacer que los adolescentes sean vulnerables a problemas de salud mental.

La adolescencia es un período crucial para el desarrollo de hábitos sociales y emocionales importantes para el bienestar mental. Algunos de estos son: la adopción de patrones de sueño saludables; hacer ejercicio de forma regular; desarrollar habilidades para mantener relaciones interpersonales; hacer frente a situaciones difíciles y resolver problemas, y aprender a gestionar las emociones, para ello es importante contar con un entorno favorable y de protección en la familia, la escuela y la comunidad en general.

Son muchos los factores que afectan a la salud mental. Cuantos más sean los factores de riesgo a los que están expuestos las y los adolescentes, mayores serán los efectos que puedan tener para su salud mental. Algunos de estos factores que pueden contribuir al estrés durante la adolescencia son la exposición a la adversidad, la presión social de sus compañeros y la exploración de su propia identidad.

Algunos de los trastornos de salud mental más comunes en los adolescentes son los siguientes:

  • Ansiedad.
  • Alteración del estado de ánimo.
  • Déficit de atención y otros trastornos del comportamiento.
  • Trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia).
  • Suicidio.
  • Depresión.
  • Psicosis.
  • Conductas de riesgo: consumo de sustancias estupefacientes, prácticas sexuales de riesgo.
  • Comportamientos de autolesión: cortarse o quemarse la piel.

Las intervenciones de promoción de la salud mental de los adolescentes van orientadas a fortalecer su capacidad para regular sus emociones, potenciar las alternativas a los comportamientos de riesgo, desarrollar la resiliencia para gestionar situaciones difíciles o adversas, y promover entornos y redes sociales favorables.

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