Alexandra Morton-Hayward, investigadora de la Universidad de Oxford, ha dedicado su carrera a estudiar cerebros preservados de la antigüedad, con el objetivo de descubrir cómo algunas proteínas permanecen intactas durante siglos. Su interés no es casual: hace unos años fue diagnosticada con un cavernoma cerebral, condición que provoca sangrados y afecta el funcionamiento neurológico.
Esta experiencia personal la impulsó a investigar la descomposición del tejido cerebral y cómo ciertos factores permiten su preservación. Su equipo ha analizado cerebros de hasta 12.000 años de antigüedad, hallando indicios que podrían ayudar a comprender y tratar enfermedades neurológicas en el futuro.
Morton-Hayward afirma que, aunque su trabajo busca respuestas científicas, también es una forma de enfrentar y entender su propia condición.