AP / La demolición del Ala Este de la Casa Blanca para construir un nuevo salón de baile ordenado por el presidente Donald Trump ha generado una nueva división entre legisladores estadounidenses, marcada una vez más por líneas partidistas.
Las imágenes de la demolición, difundidas esta semana, provocaron indignación entre los demócratas, mientras que los republicanos defendieron el proyecto como parte de la tradición de renovaciones presidenciales. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, recordó que otros mandatarios también realizaron cambios: Franklin D. Roosevelt añadió una piscina, Barack Obama adaptó una cancha para baloncesto y tenis, y William Taft construyó el Despacho Oval. “El salón de baile va a ser glorioso”, declaró Johnson.
En contraste, el senador demócrata Jeff Merkley calificó las obras como una “demostración de poder autoritario”. Durante un maratónico discurso de 22 horas en el Senado, Merkley mostró imágenes del edificio destruido y aseguró que Trump “está derribando un símbolo de la República para erigir un monumento a su ego”.
Trump ha defendido la construcción del salón de 8.360 metros cuadrados —unos 90 mil pies cuadrados— argumentando que la actual Sala Este es demasiado pequeña para eventos oficiales. Según dijo, el proyecto no tendrá costo para los contribuyentes, pues “yo y algunos amigos míos” lo financiarán.
El Ala Este, añadida en 1942 para oficinas y personal, ya había sido polémica en su momento: algunos legisladores criticaron entonces a Roosevelt por gastar en plena guerra.
El líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, vinculó la obra con el cierre parcial del gobierno, acusando a Trump de “priorizar proyectos de vanidad en lugar de resolver los problemas reales de los estadounidenses”.
Los republicanos, en cambio, restaron importancia al debate. “No me interesa mucho la arquitectura”, dijo el senador John Kennedy. Mientras, su colega Markwayne Mullin defendió el proyecto: “Tienes a un constructor con ojo para la excelencia. ¿Qué mejor persona querrías para renovar la Casa Blanca?”.
El senador Richard Blumenthal, del lado demócrata, rebatió esa comparación: “Rellenar una piscina no es lo mismo que destruir un ala entera. Es simplemente desgarrador”, afirmó.






