La ex primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, fue condenada a muerte por un Tribunal de Crímenes Internacionales en su país, acusada de ordenar el uso de fuerza letal contra protestas estudiantiles a mediados de 2024, una represión que dejó 1,400 muertos, según investigadores de la ONU. El fallo se dictó en ausencia, pues Hasina permanece exiliada en India desde su caída del poder en julio del año pasado.
Los expertos de la ONU sostienen que Hasina intentó aferrarse al poder mediante una violencia sistemática, pese a que inició su trayectoria como ícono prodemocrático y heredera política de su padre, Sheikh Mujibur Rahman, líder de la independencia de Bangladesh.
El gobierno de Daca exige su extradición, pero India mantiene silencio. La condena abre un nuevo frente diplomático entre ambos países.
Un liderazgo marcado por avances y autoritarismo
Hasina gobernó Bangladesh entre 1996 y 2001, y luego desde 2009 hasta 2024, periodos en los que se le atribuye un crecimiento económico sin precedentes, triplicando el ingreso per cápita y sacando a más de 25 millones de personas de la pobreza. Impulsó megaproyectos como el puente Padma y fortaleció la industria textil, motor exportador del país.
Sin embargo, su último mandato estuvo marcado por acusaciones de autoritarismo, persecución judicial, desapariciones forzadas y abusos policiales. Organismos de derechos humanos señalan más de 700 desapariciones desde 2009 y múltiples asesinatos extrajudiciales, lo que Hasina niega.
A inicios de 2024, logró un cuarto mandato en elecciones tachadas de farsa, lo que detonó las protestas estudiantiles que derivaron en un movimiento nacional antigubernamental. Un audio filtrado sugería que ordenó “usar armas letales” contra los manifestantes, algo que ella rechaza.
Caída, exilio y nuevos procesos
El 5 de agosto de 2024, día en que huyó en helicóptero mientras multitudes irrumpían en su residencia, la policía mató a 52 personas en un solo operativo, uno de los episodios más sangrientos en la historia del país.
Además de la condena a muerte, Hasina enfrenta otro juicio por desapariciones forzadas y un proceso por corrupción, cargos que califica de persecución política. “Es un tribunal amañado”, dijo a la BBC, tras pedir que se levante la prohibición contra su partido antes de las elecciones de febrero.
La crisis mantiene a Bangladesh en un clima de tensión política, social y diplomática, en un momento clave para su estabilidad interna y sus relaciones internacionales.






