Hoy domingo 15 de septiembre de 2024, fue inaugurado el Museo de Sitio de Calakmul, un espacio que ofrece al público la historia de una de las mayores ciudades de la civilización maya, la antigua Uxte’tuun, “Lugar de las tres piedras”, erigida siglos antes de nuestra era en el bosque tropical más extenso de México y el segundo de América.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, recorrieron el museo y el Centro de Atención a Visitantes (Catvi), dos espacios nuevos que dan la bienvenida a la zona arqueológica, gracias al esfuerzo de las secretarías de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y de la Defensa Nacional (Sedena).
El director general del INAH, Diego Prieto Hernández, explicó que la implementación del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), derivado del Tren Maya e impulsado por el Gobierno de México, ha permitido no solo dotar a Calakmul de esta infraestructura, sino atender sus estructuras imponentes. Con estas acciones, anunció, “hoy se reabre a la visita la Gran Acrópolis, la cual estuvo cerrada desde 2020, para la realización de trabajos de conservación y mantenimiento.
“Gracias al Promeza, el INAH ha dado atención y cuidado a las decenas de estructuras que están a la vista en el sitio, incluyendo la conservación de las espléndidas pinturas murales del Conjunto Chiik Nah’b y del importante friso estucado de la Subestructura II-C.
“Asimismo, pudimos renovar la señalización y habilitar un nuevo museo de sitio, en que se muestran al público algunos hallazgos relevantes, y se ofrece una síntesis de la historia de Calakmul y sus vínculos con la gran nación maya mesoamericana”, expuso Prieto Hernández.
Asimismo, resaltó que, con el apoyo del agrupamiento de ingenieros de la Sedena, se renovó la infraestructura para favorecer una visita más agradable y accesible, de manera que el Catvi permitirá recibir y orientar al público desde el kilómetro 20, para ofrecerle un panorama museográfico de los sitios arqueológicos de la región de Calakmul y de su patrimonio natural.
“De esta manera, recuperamos la memoria y la presencia de la gran civilización maya, honramos su memoria, cuidamos la selva y ayudamos a forjar un futuro de bienestar para las comunidades del sur de Campeche, que se suman a la construcción de un México de libertades, justicia social, fraternidad, sustentabilidad y progreso para todos”, manifestó el antropólogo.
Para la directora del Centro INAH Campeche, Adriana Velázquez Morlet, el Museo de Sitio cumple con la misión de divulgar el devenir de un lugar inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, cuyos primeros reportes se deben al ingeniero maderero Cyrus Lundell, quien llegó allí con la guía de un grupo de chicleros, a inicios de la década de 1930.
Lundell bautizó al sitio como Calakmul, vocablo maya que significa “dos montículos adyacentes”, en referencia a las estructuras I y II que sobresalen de la fronda selvática. Él, a su vez, invitó al mayista Sylvanus Morley, quien inició formalmente su investigación.
El guion científico del museo deja claro que este bien constituye un excepcional paisaje cultural y natural, ya que conserva vestigios, en gran medida intactos, del desarrollo relativamente temprano (400 a.C.) de una civilización espléndida, dentro del entorno hostil de la selva tropical.
“En las más de 700,000 hectáreas de la Reserva de Biosfera de Calakmul, se conocen cerca de 300 sitios que subsistieron gracias al desarrollo de la milpa maya y el aprovisionamiento hídrico mediante aguadas artificiales, para conducir y almacenar el agua de lluvia”, detalló Velázquez Morlet sobre los aspectos introductorios del museo.
Así, la antigua Uxte’tuun estuvo rodeada de numerosos asentamientos articulados en una amplia red urbana, la cual incluía albarradas para la delimitación de predios, terrazas, apiarios, aguadas, canales y caminos, como reveló el levantamiento hecho por el arqueólogo William J. Folan, en los años 80 y 90 del siglo XX.
Este panorama coincide con las imágenes LiDAR, obtenidas recientemente por el Proyecto Arqueológico Bajo Laberinto, que encabeza el Centro INAH Campeche, junto con las universidades Nacional Autónoma de México, Autónoma de Campeche, y de Calgary, Canadá.
“Hemos podido ver que había barrios que, probablemente, correspondían a grupos corporativos de familias, dedicados a la producción de ciertos bienes. Eso nos ha permitido inferir que era una ciudad enorme, la cual, en algún momento del siglo VII, pudo ser tan grande como Teotihuacan”, apuntó.
El Museo de Sitio de Calakmul exhibe cerca de 30 piezas arqueológicas, entre las que destacan algunas de las más de 120 estelas recuperadas en sus edificios principales –en ninguna otra urbe maya se ha hallado tal cantidad—, y objetos descubiertos en las labores de salvamento arqueológico en el Tramo 7 del Tren Maya, el cual corre de Escárcega, en Campeche, a Bacalar, en Quintana Roo.
Es el caso de una vasija estilo Paaktzatz con la figura al pastillaje del dios del maíz; una urna, en cuya tapa se observa la imagen de K’awill, divinidad del rayo, la fuerza y el poder; y una escultura de 25 centímetros, recuperada cerca del poblado Conhuas, que representa a un personaje desollado en posición sedente.
La propuesta museográfica, realizada por el Centro INAH Campeche, bajo la coordinación de la arquitecta Claudia Escalante García, también lleva al visitante por el poder político de Calakmul, el cual rivalizó por largo tiempo con Tikal, siendo sede de los linajes Suutz’ (Cabeza de murciélago), Kaanu’l (Cabeza de Serpiente) y Chatahn Winik (Persona divina de Chatahn), entre los periodos Clásico Temprano (200-600 d.C.) y Clásico Tardío (600-900 d.C.).
El espacio remata con réplicas de dos obras relevantes descubiertas por el proyecto que dirigió el arqueólogo Ramón Carrasco Vargas: la primera, una sección de los murales que recubren la subestructura del Edificio I de la Acrópolis Chiik Nahb’, que retratan la vida cotidiana en la ciudad; y la segunda, el friso de la Subestructura II-C, una de las primeras manifestaciones de la arquitectura pública de Calakmul (400-354 a.C.), que tiene símbolos asociados al llamado “monstruo de la tierra”.