En México, quien gana la presidencia se convierte automáticamente en jefe de la Administración Pública, controlador de las finanzas de la Nación, jefe de Estado, representante de México ante las naciones del mundo y jefe de las fuerzas armadas, el Ejército y la Marina. A esta concentración de poder, se suma el manejo de la política a través del partido gobernante. Esta es la esencia del presidencialismo mexicano, que además, subordina al Poder Legislativo y está en camino de hacerlo con el Poder Judicial.

Esto es lo que la Constitución y la política le entregarán a Claudia Sheinbaum cuando asuma la titularidad del Poder Ejecutivo el uno de octubre. Desde que ganó la presidencia, han ocurrido acontecimientos sin precedentes.

Según el artículo 11 de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, “el mando supremo del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos corresponde al Presidente de la República, quien lo ejercerá por sí o a través del Secretario de la Defensa Nacional; para el efecto, durante su mandato se le denominará Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.”

Durante una gira con el presidente López Obrador para supervisar las obras del Proyecto Interoceánico Istmo de Tehuantepec, en Matías Romero, Oaxaca, los mandos del Ejército y la Marina saludaron a Claudia Sheinbaum como “Presidenta electa de los Estados Unidos Mexicanos y próxima comandante suprema de las Fuerzas Armadas”. Por primera vez en la historia, una mujer estará al frente de estas instituciones, lo que simboliza su aceptación y respaldo.

Recientemente, López Obrador fue cuestionado sobre si las Fuerzas Armadas y el Ejército estaban listos para recibir a la primera comandante suprema. Su respuesta fue clara: “Sí, sí están preparados, pero mi opinión es que se avance más. Han sido muy buenos los resultados. Yo no hubiese podido avanzar como lo hicimos sin el apoyo de las Fuerzas Armadas. Es que fue clave, indispensable” (El Financiero, 22 de junio de 2024).

Entre las tareas que deberá cumplir la próxima comandante suprema están nombrar, con la aprobación del Senado, a los coroneles y demás oficiales superiores del Ejército, Armada y Fuerza Aérea Nacionales; preservar la seguridad nacional y disponer de la totalidad de la Fuerza Armada permanente para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación.

El tiempo de las mujeres

Una de las frases preferidas de Claudia Sheinbaum es “Es tiempo de Mujeres”. Lo repite en reuniones donde se encuentra con mujeres. Es evidente que en México el avance en la igualdad de género es significativo, sobre todo en la administración pública, la educación y el medio urbano. Sin embargo, sigue siendo una asignatura pendiente en algunos medios sociales, como el rural y entre los grupos originarios donde continúan los usos y costumbres que mantienen sometida a la mujer.

Las estadísticas del Ejército, al mes de abril de 2024, registran a 18,462 mujeres en activo en los diferentes niveles jerárquicos, frente a 189,513 hombres activos en toda su estructura. Esto indica que la igualdad de género en esta institución está lejana. Solo seis mujeres tienen el grado de general, cinco de ellas en Medicina y una en Justicia Militar.

Barreras en el Ejército

Desde 1938, las mujeres han sido incorporadas a los diferentes Colegios, Escuelas y Centros de Estudios, preferentemente en enfermería, medicina y odontología. En 2007, por primera vez, fueron admitidas en el Heroico Colegio Militar para cursar carreras en armas como infantería, caballería o ingeniería de combate.

Interrogada sobre la posibilidad de que nombre a una mujer para encabezar las secretarías de la Defensa Nacional o Marina, Sheinbaum descartó esta posibilidad, señalando que no hay mujeres en el rango necesario para acceder a esos cargos actualmente. “Normalmente son almirantes y generales de División, y hoy en día no hay mujeres en esos cargos” (Nación321, 24 de junio de 2024).

Las mujeres activas en el Ejército y la Fuerza Aérea Mexicana representan solo el 10% y están lejos de los puestos de mando que les pudieran dar acceso a encabezar alguna de estas instituciones. Esta situación refleja una clara discriminación, justificada por la falacia de que “la actividad de las armas es cosa de hombres”, lo que revela el criterio “machista” que domina entre quienes las dirigieron y dirigen.

La distancia que mantiene lejos de asumir el mando institucional a una mujer podría ser acortada por la próxima Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas. Sheinbaum podría aplicar su principio de “Es tiempo de Mujeres” en este ambiente cerrado, utilizando su facultad de nombrar a Generales, Coroneles y Oficiales superiores, y pidiendo equidad de género en las listas de promociones.

Claudia Sheinbaum está a punto de hacer historia no solo como la primera presidenta de México, sino también como la primera mujer en ejercer el mando supremo de las Fuerzas Armadas. Su liderazgo será observado de cerca y su impacto podría marcar un cambio significativo en la igualdad de género dentro de las instituciones militares del país.

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