El cierre del gobierno federal, los despidos masivos y el recorte en la ayuda alimentaria han provocado un incremento abrupto en la demanda del Banco de Alimentos del Área Capital, que ahora distribuye ocho millones de comidas más de las previstas, un alza de casi 20%.
Radha Muthiah, directora del banco, afirmó que Washington enfrenta un impacto particularmente severo debido a la secuencia de despidos, recortes y suspensión de programas federales iniciada durante la administración Trump.
La capital, con una tasa de desempleo del 6% —la más alta del país—, se ve afectada por la pérdida de ingresos de unos 150 mil empleados federales residentes en la región. A nivel nacional, 1.4 millones de trabajadores del gobierno están sin sueldo o desempleados.
El cierre también golpea a la economía local: el tránsito urbano perdió una cuarta parte de sus pasajeros, los restaurantes enfrentan caídas del 50% en ventas y muchas pequeñas empresas operan en números rojos. Según Tracy Hadden Loh, del centro Brookings Metro, la reducción del gasto discrecional podría empujar a varios negocios a la quiebra antes de fin de año.
Casos como el de Thea Price reflejan el deterioro social. Despedida del Instituto de Paz de EE. UU. y sin apoyo del programa SNAP, debió recurrir a despensas comunitarias antes de decidir abandonar la ciudad.
El Banco de Alimentos intensifica operaciones para atender la emergencia, pero Muthiah advierte que el daño persistirá: muchas familias están utilizando ahorros y fondos de jubilación para cubrir necesidades básicas. “La gente está pidiendo prestado contra su futuro para sobrevivir el presente”, señaló.






