Chile cerró una jornada electoral marcada por una participación masiva, el retorno del voto obligatorio en una presidencial y un clima político tensionado por la polarización entre bloques de izquierda y derecha. Ocho candidatos compiten por llegar a La Moneda, pero ninguno aparece con ventaja suficiente para superar el 50% y evitar la segunda vuelta programada para el 14 de diciembre.
El oficialismo, encabezado por el presidente Gabriel Boric, se alineó detrás de Jeannette Jara, candidata comunista y figura mejor posicionada de la izquierda. Las encuestas permitidas hasta inicios de mes la ubicaban como favorita para obtener la mayor votación en primera vuelta.
La derecha, en contraste, llegó dividida con tres postulantes. El conservador José Antonio Kast aparecía primero en sondeos previos a la veda, pero sin un margen que garantizara un triunfo directo.
El retorno del voto obligatorio generó un escenario difícil de pronosticar. En la elección presidencial anterior la abstención alcanzó el 53%; ahora todos los mayores de edad chilenos deben acudir a las urnas bajo pena de multa. Analistas apuntan a que la incorporación de nuevos votantes altera las categorías tradicionales: no se identifican con izquierda, centro o derecha, sino con la expectativa de cambios concretos y de beneficio personal.
Además de presidente, el país elige parte del Congreso, proceso que podría modificar el equilibrio de fuerzas políticas para el próximo gobierno.
La campaña estuvo dominada por criminalidad y migración ilegal, temas que escalaron en relevancia ante el aumento de violencia y la presencia del crimen organizado, con organizaciones como el Tren de Aragua mencionadas de forma recurrente en el debate público.





