En 2019, Chen Tianshi parecía destinado al fracaso. Huawei —su cliente casi único, responsable de más del 95% de los ingresos de su empresa de chips de inteligencia artificial, Cambricon Technologies— decidió romper abruptamente con él para desarrollar sus propios semiconductores. Pero lo que parecía el fin terminó siendo el inicio de una de las fortunas tecnológicas más meteóricas de China.
La guerra tecnológica entre Estados Unidos y China se convirtió en el golpe de suerte que catapultó a Chen. Las restricciones de Washington al acceso chino a chips avanzados y la orden de Pekín de fortalecer y consumir tecnología nacional crearon un entorno hecho a la medida para empresas como Cambricon. El resultado: sus acciones han subido más de 765% en dos años y la fortuna de Chen —quien posee el 28% de la firma— alcanzó los 22,500 millones de dólares, según el índice Bloomberg Billionaires.
Hoy, a sus 39 años, Chen ya es la tercera persona más rica del mundo menor de 40, solo por detrás de los herederos de Walmart y Red Bull.
Un ascenso impulsado por el Estado
La historia de Chen es la historia de una nueva élite tecnológica china alineada con el poder político. Tras años de represión a gigantes privados como Alibaba o Tencent, China ahora impulsa a startups estratégicas para su soberanía tecnológica, particularmente en la IA y los semiconductores.
Cuando Estados Unidos prohibió la venta de chips de alto rendimiento de Nvidia y AMD a China, Pekín ordenó a sus empresas “comprar local”. Ese mandato creó una demanda voraz que benefició directamente a Cambricon, que diseña aceleradores de IA para servidores y dispositivos avanzados.
La empresa incluso se disparó en agosto, cuando el gobierno presionó a compañías chinas para evitar el uso de chips H20 de Nvidia. El mensaje fue claro: lo nacional primero.
¿Éxito real o burbuja inflada?
No todos están convencidos del futuro de Cambricon. Analistas advierten que parte del crecimiento se debe más a política que a competitividad tecnológica.
“Su valoración podría estar inflada si no se mantiene el respaldo público”, advirtió Shen Meng, del banco de inversión Chanson & Co.
Otros recuerdan que el ecosistema que rodea a Nvidia —especialmente su software propietario CUDA— es prácticamente imposible de replicar a corto plazo. Aunque Cambricon trabaja en chips como el Siyuan 690, aún estaría varios años por detrás de los productos equivalentes de la firma estadounidense.
La propia empresa ha tenido que calmar la euforia, advirtiendo que las sanciones de EE. UU. siguen limitando su acceso a tecnología clave.
De prodigio académico a figura central de la IA china
Nacido en 1985 en Nanchang, Chen fue identificado desde niño como superdotado. Él y su hermano entraron a un prestigioso programa de talentos en la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, donde Chen obtuvo un doctorado en 2010.
Luego ambos trabajaron como investigadores en la Academia China de Ciencias, donde desarrollaron el acelerador DianNao en 2014. Un año después, presentaron el chip que daría nombre a su empresa: Cambricon, inspirado en la explosión biológica del Cámbrico.
En 2017 lograron su primer gran hito comercial: Huawei integró su tecnología en el Mate 10, pero la alianza no duró. Tras la separación en 2019, la firma se volcó al diseño de chips de IA para la nube.
Cambricon salió a bolsa en 2020 y, aunque sufrió pérdidas constantes, finalmente reportó ganancias a finales de 2024. Su inclusión en la lista negra de EE. UU. en 2022 tampoco frenó su ascenso: el mercado interno chino compensó cualquier restricción externa.
Un futuro competitivo
Aunque hoy Cambricon es uno de los grandes beneficiados de la política industrial china, nuevos jugadores se preparan para competir: Moore Threads, MetaX, Biren Technology e Iluvatar CoreX podrían debutar pronto en bolsa.
Para algunos expertos, eso significa un sector todavía inflado por la urgencia geopolítica; para otros, el inicio de una reconfiguración del poder tecnológico global.
Como sea, Chen Tianshi ya se convirtió en un símbolo: el ingeniero que pasó de perder a su único cliente a convertirse en multimillonario gracias a una guerra tecnológica que definirá el futuro de la inteligencia artificial.





